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DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

La figura de Setién, silueteada por fuego cruzado

La torpeza de algunas de sus declaraciones es aprovechada por los que aguardan para disparar

Inquietud en gran parte de un beticismo que no acaba de asimilar que su equipo se encuentre en decimocuarta posición en el campeonato que más importa, LaLiga. La falta de goles que venía gravando al Betis desde que esto echó a andar hace dos meses y medio se hizo más inquietante con la racha de tres derrotas consecutivas y que ni siquiera palió el excelso recital de San Siro y que asombró a todo el universo futbolístico.

Para colmo, antier tiraba el Betis un 2-0 a la basura y eso ya es algo que no acaba de comprender ese bético de nuevo cuño que, bajo el maquillaje de una exigencia impostada, no asimila que la arena se mezcle con la cal en este deporte único que es el fútbol. Y pasa lo de siempre, que a falta de un análisis más o menos profundo vaya toda la culpa a la figura del entrenador. Y con esto no pretendo ser un adalid en defensa de Quique Setién, un tipo que es víctima propiciatoria de sí mismo.

El cántabro tiene la virtud de empeorarlo todo en sus declaraciones pospartido y eso le va pasando una factura mucho más cara que la tan manida del irritante exceso de posesión de la pelota en zonas inocuas. Lo último ha sido justificar no haber hecho cambios cuando la cosa tenía arreglo porque dijo no creer en que los que estaban en el banquillo pudiesen cambiar el rumbo de los acontecimientos. ¿Alguna vez un entrenador se manifestó de forma más contraproducente?

Esas inconveniencias, junto a que el equipo no usase el tiquitaca con 2-0, le están jugando tan en contra que el ambiente se le está enrareciendo a pasos largos, muy largos. Ni siquiera que mantenga al equipo líder de un grupo muy complicado, que tenga la Copa encarrilada o que no sepa qué es perder un derbi de los tres librados le atenúan esa corriente. Corriente, por cierto, a la que no es ajena la añeja persecución que sufre desde trincheras que sólo se manifiestan en la derrota.

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