La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El Papa en las Islas Canarias
El Puerto de Sevilla le ha dado el certificado de defunción al proyecto del dragado de profundización del Guadalquivir. Es, simplemente, el reconocimiento de la realidad. Ese dragado estaba muerto desde hace varios años. Desde Arias Cañete en adelante, no se ha conocido a ningún ministro de Agricultura y Medio Ambiente del Gobierno de España que lo defendiera abiertamente. Tampoco la Junta de Andalucía lo podía apoyar. Era un proyecto imposible, que en Bruselas jamás sería autorizado. Y, además, con sectores sociales muy combativos (como los ecologistas y los arroceros) que estaban rotundamente en contra. ¿A qué se ha jugado? A perder el tiempo.
El problema para el Puerto de Sevilla no es el dragado, sino el localismo cateto que tenemos en Andalucía. Incapaces de ver más allá del término municipal. Decían que el dragado era necesario porque dentro de tres años no van a caber los barcos. Pero, si los siguen haciendo cada vez más grandes, dentro de 10 años tampoco cabrían los que cupieran con el dragado a corto plazo. ¿Qué harían? ¿Seguir dragando?
Este año se conmemora el Tricentenario del traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz. Bueno, se conmemora en Cádiz; en Sevilla parece que es tabú. La mentalidad es la misma de entonces. Seguimos como en el siglo XVIII. No se entiende que el puerto de Sevilla es fluvial. Eso le permite unos tráficos de barcos, pero tiene limitaciones. Por otra parte, ya tampoco el puerto de Cádiz tiene la importancia estratégica de aquel tiempo. Ahora el gran puerto del sur de Europa es Algeciras.
Los puertos andaluces se dedican a pelearse y competir entre ellos. Sevilla tiene un potencial logístico indiscutible, porque es la capital más importante del sur de la Península Ibérica. Lo aprovecharía mejor buscando sinergias. Una empresa sevillana, con sede aquí, puede tener intereses en los puertos de Algeciras, Cádiz, Huelva o Málaga. Existe un capitalismo global. Aunque algunos se comportan como si aún circulara el transporte con diligencias. Sevilla y Algeciras están a menos de dos horas por autopista y autovía.
Para Sevilla y para el sur de Andalucía hay obras más necesarias y urgentes que causar un estropicio en el Guadalquivir. Estamos en el siglo XXI. Con más unidad (también en las zonas francas), y con una planificación mejor, se pueden conseguir esos objetivos. Sin necesidad de embaucar a la gente con proyectos imposibles.
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