La aldaba

Carlos Navarro Antolín

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La franja horaria de los borrachos

Los bares tendrán que cerrar dos horas para reabrir por la noche. Se evita así el peligroso efecto de la sesión continua

Juanma Moreno, en rueda de prensa.

Juanma Moreno, en rueda de prensa. / EFE

El presidente de la Junta de Andalucía fue rotundo al advertir que si hay excesos en las pascuas de Navidad, habrá dramas en enero. Avisados estamos. Apelar a la responsabilidad individual provoca habitualmente un sentimiento de frustración. Hay que desear que Dios salve al presidente Moreno, porque ha abierto el grifo más de lo que algunos esperaban. En cierta manera ha asumido un riesgo al aumentar las posibilidades de desplazamientos, los horarios de apertura del comercio y, al menos en la segunda fase, el de los bares. Resulta curioso que el comité de expertos impida la apertura continuada de las tabernas toda la tarde. Seguirán cerrando a las seis de la tarde, pero podrán abrir en una suerte de segundo turno de ocho a diez y media de la noche.

Dos horas y media para hacer como en tiempos se hacía en Ferias como la de Sevilla: barrer la caseta, limpiar las mesas, ordenar el mobiliario y permitir un pequeño descanso a los camareros. Los expertos detectan que en esa franja vespertina de dos horas y media se concentra el mayor número de relajaciones y comportamientos inadecuados que disparan los contagios. No lo dijo el presidente, pero todos lo pensamos: es la hora del máximo efecto del alcohol consumido a mediodía. Y se trata de impedir esa sesión continua tan peligrosa que marca las celebraciones.

La Junta promueve el retorno al hogar a media tarde de los bebidos, o evita directamente que pillen la cogorza. Se trata en el fondo de poner trabas, hacerle difícil a muchos la costumbre de agarrar la trompa en días de elevado consumo de destilados y fermentados. He ahí la clave. Y el presidente no necesitó referirse directamente a esa sustancia que ingerida en exceso altera sustancialmente los caracteres y no siempre para aumentar la alegría. No nos engañemos: el reto de la pandemia esta Navidad pasa en buena medida por una lucha contra el alcohol, como ha ocurrido en los últimos veinte años con fiestas como la Semana Santa, con graves alteraciones de orden público siempre a las mismas horas de la noche.

Si de la responsabilidad individual se puede esperar poco, imaginen qué se puede aguardar cuando los individuos salen a la calle alicatados. Acierta Moreno en suprimir la participación en los encuentros familiares de los allegados. La Guardia Civil se lo agradecerá para evitar un desmadre, o directamente un pitorreo continuo. Viviremos la Navidad en dos turnos. El que quiera sesión continua, siempre tiene su casa. Y Dios en la de todos. Porque la Junta no estará en nuestros hogares. Moreno ha reconocido que eso sería imposible. Qué bien explica este hombre lo obvio.

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