Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
La protesta contra la presencia de un equipo ciclista que publicitaba a Israel en La Vuelta ha sacado la matanza de Gaza de lo que la pensadora judía canadiense Naomi Klein llama genocidio ambiental. Tras los 1.700 muertos del ataque terrorista de Hamas, el ejército israelí ha matado en la franja a unas 70.000 personas. Casi todas, población civil; más de dos tercios, mujeres y niños. Muertes rutinarias, un ruido de fondo, como música impersonal de ascensor, según la teoría de Klein. El genocidio como parte del paisaje emocional es lo que han roto los manifestantes. A Rusia se le impidió participar en competiciones deportivas desde su agresión a Ucrania; a Israel, no.
A quien protesta por la matanza de Gaza, el primer ministro Netanyahu le acusa de antisemita y amigo de Hamas. Hace un año, en el primer aniversario del ataque terrorista, Klein publicó un ensayo en The Guardian, en el que explicaba que Israel había convertido el trauma del 7 de octubre en un arma de guerra. Ha utilizado el arte, películas, desfiles de moda, la realidad virtual y el turismo oscuro para justificar su violencia. Se organizan tours para visitar los lugares atacados por Hamas, con parada en Auschwitz. Se vincula a los palestinos con los nazis. Israel justifica su violencia sin límites, ni leyes, ni fronteras por su seguridad y su derecho a existir. Dos cosas que niega a los palestinos.
La Corte Penal Internacional ha dictado órdenes de detención por presuntos crímenes de guerra contra el primer ministro Netanyahu y su exministro de Defensa Gallant, investigados por genocidio por una denuncia de Sudáfrica. Esta semana, la presidenta Von der Ley en su discurso sobre el estado de la Unión ha calificado agresión israelí de inaceptable y anunciado sanciones. El Parlamento Europeo apoya suspender el acuerdo comercial. Y el Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado el ataque a los negociadores palestinos en Qatar. El miércoles, en la entrega del Premio Clavero, Felipe González recordó que Isaac Rabin, asesinado por un sionista radical, siempre decía: “podemos ganar una guerra a tres o cuatro países árabes, pero nunca podremos ganar la guerra a los palestinos”. Netanyahu cree posible la limpieza étnica. Pero el espanto le supera.
También te puede interesar