Hay que tirar todas las verjas

28 de septiembre 2025 - 03:16

Rosario Soto fue una de esas jóvenes promesas que el PP de Javier Arenas tenía en el Parlamento andaluz y que encontraron caminos más fértiles fuera de la Cámara, donde hace años que no sucede nada, tal es el tedio que las mayorías absolutas imprimen a la política si no hay grandes ambiciones de futuro. Todo es tan estable como el mármol de Macael. Soto, que es la presidenta del puerto de Almería, le va a conceder a su ciudad uno de los regalos más bellos que se le puede hacer: tirar la verja, derribar el muro que separaba al muelle del caserío, reencontrar el mar. Desde que Génova abriese su puerto a la ciudad, a finales del siglo XX, se demostró que la actividad portuaria es compatible con esta liberación urbanística que permite a los vecinos disfrutar del mar, pasear por los azules y reprogramar los cerebros. Donde antes había verjas, vallas y muros, hoy hay plazas abiertas al horizonte.

Málaga es un ejemplo de ello, la ciudad de la Costa del Sol le está dando una vuelta a la historia y aquella urbe, inexplicablemente gris, es ahora una capital luminosa que no deja de asombrar. Paco de la Torre está dejando un inmejorable legado.

Bilbao también acometió una transformación asombrosa a medida que caían las vetustas industrias de su ría, pero la capital vizcaína carece de algo que sí tienen Málaga y Almería, el mar, como mucho aspira al abra del Nervión.

A Cádiz le baña el mar por los dos costados, pero en su parte trasera, que es la Bahía, ha ido acumulando a lo largo de los dos últimos siglos un desván de industrias, polígonos y muros que hubiese necesitado de una gran reinvención urbanística. Los alrededores de la nueva estación de autobuses son una oda al vallismo, con enrejados propios de un gallinero y otras barras que se levantan para perimetrar aparcamientos. Parece la Cartuja de Sevilla, un laberinto claustrofóbico. A finales de los años noventa ya se propuso abrir el muelle a la ciudad de Cádiz, unir su plaza de San Juan de Dios con el cantil del puerto, pero al teofilato no le gustaban las ideas que no proviniesen de su autoría. Algo así pasó con el primer proyecto del nuevo hospital, al que se le puso una sordina sospechosa.

Teófila Martínez es hoy la presidenta del puerto, y parece dispuesta a tirar la verja. Ojalá que su alcalde, Bruno García, lo consiga, con el consejo que seguro le han dado Rosario Soto y la regidora de Almería, María del Mar Vázquez: no se puede estar debatiendo todo el tiempo con todos los sectores, la batuta y la decisión deben imponerse después de tanta cháchara y tanta maqueta.

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