La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Sin inflación y sin vuelo a Nueva York

Nos han birlado la línea directa con la ciudad norteamericana, pero tenemos los bares llenos hasta en festivos sin puente

Público de una procesión en la tarde del 12 de octubre en Sevilla

Público de una procesión en la tarde del 12 de octubre en Sevilla / Antonio Pizarro (Sevilla)

No se notó la inflación en el festivo del 12 de octubre, Día de la Hispanidad que nos quieren vender camuflado como el día de la España solidaria, abierta, moderna, diversa, plural y todos los adjetivos positivos que ustedes quieran añadir. Que están muy bien todos, faltaría más, pero a las cosas se las llama por su nombre. Pasa con el Día de la Hispanidad como con el Día de San Fernando que ha evolucionado a Día de la Ciudad. Claro que sí, el 30 de mayo es nuestro festivo local, pero no me dejen a San Fernando fuera que cada vez lo tenemos más arrinconado. El centro de Sevilla está inhóspito los días festivos. ¿Dónde está la inflación si hay cola, literalmente cola, para almorzar en restaurantes ya sean clásicos, asiáticos o de los modernitos sin manteles pero con salvaplatos de mimbre, y hasta para comprar un helado? Gente que hace cola hasta que se queda libre una mesa o un trocito de barra con una mesita alta. Y esta vez no tuvimos puente festivo. En esta ocasión llenamos todo entre los de aquí y quienes andaban por aquí de turismo, que también los hubo. Todos los sitios por los que pasé estaban de bote en bote, muchos de ellos con mesas casi pegadas las unas con las otras.

Se sienta usted en uno de esos veladores y está metido en la conversación que mantienen los de al lado, y éstos naturalmente en la suya. Te pasan el salero, te avisan si se te ha caído la servilleta y te convidan a una copita. ¿La intimidad destrozada en las redes sociales? Y en los veladores de la calle Mateos Gago, donde muchos taberneros han optado por meter (empotrar) las mesas contra la pared tras la obra de reurbanización. Porque sí, porque yo lo valgo. Sevilla un 12 de octubre era un verdadero comedero público. Todo por la economía. A consumir como sea y en las circunstancias que sean. En la Alfalfa, al menos, te apuntan en una lista de espera. Un alivio. Pasas a media tarde y ves a muchos camareros tal como los describía Peregil: “Hecho polvo, con los pies gordos de tanto ir y venir y el mandil hecho trizas”.

Será mejor así que aquellos meses sin turistas y con todo cerrado, aquel panorama que tanto apenaba al arzobispo Asenjo. Serán mejores todos los excesos a aquella miseria. Será mejor que los bares estén llenos al precio y las condiciones que sean, un paso de palio salga en procesión extraordinaria, tengamos conciertos casi todo los días... y nos hayan birlado el vuelo directo a Nueva York. Creo que el consejero Arturo Bernal, el hombre que parece escapado de una viñeta del genial Martín Morales, sabe que en Sevilla no cabemos más. Por eso ha derivado el vuelo a la Costa del Sol. Gracias, Arturo. Sevilla 0’0. Sin inflación y sin el vuelo internacional prometido. Qué más da. Ya lo dijo el alcalde Zoido. Tenemos la Giralda. ¡Arsa!

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