Puntadas con hilo

María José Guzmán

mjguzman@grupojoly.com

Se buscan 'influencers', hartos mejor

El padre de Marta del Castillo está harto. “Cansado de tantas tonterías, de los candidatos que no dicen las cosas claras”, argumenta exactamente para confirmar que apoyará públicamente, sin ir en las listas, la campaña electoral de Vox. Ya ayudó antes al PP y parece que también se agotó.

Antonio del Castillo insiste en que no va a entrar en política, pero lo cierto es que ya ha entrado. El hecho de que haya trascendido su compromiso con el partido de Santiago Abascal es la mejor de las campañas electorales para una formación que aspira a emerger en un país donde una gran mayoría es capaz de identificarse con el padre de la joven sevillana. Aunque a algunos les cueste creerlo, son legión los que comparten las declaraciones que frecuentemente suelta en las redes sociales Antonio del Castillo.

Conscientemente o no, este padre sevillano es un influencer. Y eso es lo que necesitan los partidos en el desprestigiado escenario en el que se mueve la política.

Un ciudadano harto es el mejor aliado para quien anhela cambiar el poder. Si son cientos o miles... mejor. Quizás por ello partidos como IU o Participa Sevilla no han dudado el pasado fin de semana en arrimarse a la denominada red interdistritos “Barrios hartos”, que llenó el domingo por la mañana el centro de Sevilla en un intento de fundar el espíritu del 28-O.

¿Quiénes son? Hablan desde el anonimato y claman contra el abandono de los barrios de la periferia. Su bandera es la de la independencia, pero lo cierto es que el domingo, en las setas, se vieron enseñas con la hoz y el martillo y pancartas de lo más variopinto agarradas por colectivos cuya lucha es particular, como los excluidos de la bolsa de trabajo de Correos.

Esta plataforma critica al alcalde por su ninguneo, mientras desde el entorno municipal, dicen, se rastrea para averiguar quién hay detrás de este movimiento y concertar una cita, cuanto antes.

Al margen de quien tenga la razón, lo cierto es que más de un político municipal ha visto en estos vecinos cansados a los perfectos influencers de sus campañas electorales. Y eso indigna aún más a los miembros de esta red, pues se desmonta la supuesta libertad con la que quieren manifestarse. Y seguro que hay más de un político (o cercano) dispuesto a ponerse el disfraz de ciudadano de a pie, harto mejor, para ganar credibilidad y provecho.

Todo es muy confuso. ¿Quién manipula? ¿Quién se presta a ello? De todo hay. Ya empieza a oler a campaña electoral, mal. Cualquier gesto político despierta suspicacias en el electorado. Los ciudadanos no son tontos, aunque a veces puedan parecerlo. Normalmente, es fruto de la desesperación. Por eso, el peligro de usar a influencers es que, al final, no influyan al quedar al descubierto la estrategia.

Muchos sevillanos están hastiados de la situación y cuando se normalice el proceso autonómico, ya se escucharán los sones de las caravanas municipales. Eso borra cualquier esperanza de que alguien se crea algo que salga de la boca de un político de aquí a junio. Pero eso no siempre tiene que ser malo.

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