La izquierda y su obsesión de prohibir

Cuando aquella amanecida para un cambio de época que fue el Mayo Francés, uno de los eslóganes más repetidos era el de prohibido prohibir. Aquella izquierda que apoyaba el movimiento hippy con la premisa de hacer el amor y no la guerra intentaba que la sociedad, encorsetada aún en los parámetros de la posguerra, soltara amarras, fuese más permisiva y se dejara de prohibiciones. Pero han pasado cincuenta años de aquellos coletazos de los sesenta para que entre en escena una izquierda de conceptos bolcheviques que aporta, sobre todo, un afán prohibicionista indesmayable. Y con el inaudito vicepresidente segundo del Gobierno en cabeza, la cosa consiste en prohibir cuanto no les gusta. Su última parida ha sido decir que le resulta incómodo que se considere cultura a los toros. Pues más incómoda le resulta a casi toda España su presencia en la Moncloa.