Letras en subcontrata

30 de noviembre 2025 - 03:09

Hace unos meses, un director de cine francés premiado por una película afirmó, al hilo de su galardón, que el español “es una lengua de pobres y migrantes, de gente humilde”. No es una soberana gilipollez, o no del todo, porque el castellano lo hablan ingentes cantidades de personas, de toda condición. El tipo olvidó el caso de su propio francés, idioma que fue impuesto por la metrópoli con capital en París a nativos aculturados en tierras colonizadas: en África, el Caribe, la Polinesia, Asia u Oceanía. No todas ellas pobres, migrantes y humildes; sí muchas. Súbditos, cuyo francés suele ser de largo menos refinado y, por así decirlo, culto y rico en expresión que el español que millones hablan en América. Algunos, de tan modesta y pobre escritura como la de Carlos Fuentes, Vargas Llosa o García Márquez; o Quevedo, Delibes, Marías y Cervantes en el origen y devenir del atraso en el uso de la palabra que nos atribuye el menda. Que capeó, jiñado, la manta de leches que sobrevino a su boutade. Se me ha malinterpretado, se han sacado mis palabras de contexto, etc.

A la vigente lingua franca terrícola, el inglés, que incluye a variantes indescifrables de barrios de Manchester o Bombay, cabe reconocerle gran sutileza en muchos constructos verbales. Es el caso de llamar gohst writer’ –literalmente, “escritor fantasma”– a quien, a destajo, escribe textos para un reconocido vampiro, que le paga por una falsaria novela. En español se lo llama, con menor elegancia, “negro”, por lo opaco de su mercenario menester.

Suele contarse de un novelista tan francés como el cineasta de marras –el muy prolífico Alejandro Dumas– que Los Tres Mosqueteros y el Conde de Montecristo los co-escribió su negro, August Marquet. Cuento o verdad, en el funeral de este Marquet, Dumas fue abordado por un tipo: “Seguiremos trabajando”. El egregio literato se puso a la defensiva: “Y usted, ¿quién es?”. El desconocido respondió: “Soy el negro de su fallecido negro”.

Puede que así se escriba la historia; en este caso, las historias de ficción. Cosas de este planeta y su negocio librero. A menudo, sospechoso de mercadear libros que se atribuyen a un autor que, en famoso, y a falta de tiempo o periclitado su talento, contrata y afloja parte de su beneficio al que, en la sombra, combinó palabras, frases, párrafos y capítulos. Productos bastardos de consumo masivo.

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