La ¿leyenda? de Sergio Ramos

Nos preguntamos qué lleva a Sergio Ramos a querer convertirse en un émulo hortera de Narciso

Los mitos de la antigua Hélade nos relatan cómo Narciso fue condenado a contemplar su propia imagen sobre el agua dormida de un arroyo. El bello Narciso enamoraba dolorosamente a hombres y mujeres, pero a todos y a todas despachaba con altivez. El rechazo a la ninfa Eco provocó la venganza de Némesis. La diosa justiciera sedujo a Narciso para que éste contemplara en el agua el reflejo de su lozanía y, también, de su vanidad. Absorto e incapaz de dejar de admirarse a sí mismo, el bello se suicidó arrojándose al arroyo. Sobre la líquida textura del agua brotó entonces una flor de narciso. Caravaggio, entre otros artistas, captó la melancólica condena del mito en uno de sus perturbadores cuadros.

Disculpará el improbable lector el volantazo. Pero ocurre que se nos cuela en el relato Sergio Ramos, el nuevo Narciso de Camas. Nos preguntamos qué lleva a Sergio Ramos a querer convertirse en un émulo hortera de Narciso. Después del documental El corazón de Sergio Ramos, ahora sabemos que Amazon Prime Vídeo va a estrenar otra cinta titulada La leyenda de Sergio Ramos. Dado que somos muy estrictos con la automedicación, nos propusimos no ver el primer documental por miedo a contraer una depresión añadida a la ya usual bajona de ánimo. Leímos que en dicha película el espectador se adentraba en el lado más humano del pelotero de Camas. Uno se preguntó entonces que a quién podía importarle la vida íntima del sujeto más allá del tapiz de un campo de fútbol. Pero se ve que al pueblo en general le gustó la experiencia. De ahí el segundo recorrido de La leyenda de Sergio Ramos. El susodicho vuelve a mirarse cual Narciso en su propio reflejo, gustándose y admirándose. En lugar de contemplarse en el arroyo mitológico, rodeado de bosques, hontanares y pajarillos, nuestro Narciso de Camas no deja de admirarse a sí mismo, pero no sabemos si en el agua de su piscina privada o si en los chorros del jacuzzi. Uno se quedó anclado en las leyendas artúricas y en la inquietante leyenda del judío errante. Sergio Ramos, ¿leyenda de qué? Suele decir el camero que su vida ha sido todo sacrificio, educación en familia y humildad. Pero si algo comparte con el Narciso de los mitos es justo la egolatría y esa altivez que suele rubricar, entre otras sobreactuaciones, con sus penaltis a lo Panenka o con sus irritantes miradas al cielo cuando escucha el himno con la selección. Sergio Ramos es sólo un buen futbolista. Nada más. Sólo bajo los vapores del alcohol hemos gritado alguna vez que no hay más leyenda que la de nuestro añorado Manolo Cardo.

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