La metáfora del tranvía descarrilado

La ciudad no falla cuando el Metrocentro pierde la vía, sino cuando se calla ante la falta de infraestructuras

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El tranvía, detenido en Nervión tras haber descarrilado e impactar con una catenaria
El tranvía, detenido en Nervión tras haber descarrilado e impactar con una catenaria / Juan Carlos Muñoz

29 de julio 2025 - 04:00

El tranvía descarrila en Nervión, el tramo que menos tiempo lleva en uso. Y rápidamente se activa el catastrofismo sevillano. Tenemos una gran facilidad para abonarnos al pesimismo, cuando es absolutamente normal que una ciudad de casi 700.000 habitantes sufra incidencias. Por fortuna no ha habido ninguna víctima, como no las hubo cuando se hundió la obra del Metro en la Puerta de Jerez, salimos corriendo una madrugada de Semana Santa que nos cambió para siempre la fiesta principal de la ciudad, sufrimos el sabotaje pro-etarra de la ceremonia inaugural del Mundial de Atletismo. La clave no es la perfección de un negocio, sino la capacidad para resolver un problema con celeridad, dicen algunos propietarios de restaurantes. El tranvía descarrilado apareció en los informativos nacionales porque el horario era de vacío de noticias antes de la comparecencia del inquilino de la Moncloa. Hemos tenido mala suerte:por el descarrilamiento y por la fecha y horario. El problema serio es cuando descarrila la ciudad, cuando nos quedamos sentados, no reivindicamos, no somos pro-activos, nos conformamos, no alzamos la voz ante la paulatina vulgarización del centro -histórico, cuando tragamos con obras mal acabadas, la práctica liquidación de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, cuando asumimos que la primera línea de Metro nos costó cincuenta años o la instalación de unos toldos en la Avenida veinte años. Todos estos sí son síntomas de una ciudad que no ha recuperado el carril de la grandeza que le correspondería por muchos motivos objetivos: historia, patrimonio, recursos, marca...

Un tranvía descarrilado no pone en jaque la capacidad de la ciudad de organizar ni cumbres europeas ni de la ONU, como ha quedado demostrado en el arranque del siglo XXI. Una portada de la prensa extranjera con el rostro modificado de la Macarena no puede en duda a la ciudad, sino la capacidad de reacción y de gestión, cosa que hoy martes debe quedar encarrilada. No caigamos en el derrotismo ni en la guasa improductiva. Una tragedia es el accidente del avión de la operación Clavel en la Sevilla en blanco y negro de 1961, como lo fueron las caídas del muro del Bazar España o de la obra de la calle Bustos Tavera, todas saldadas con muertos. La ciudad no falla cuando el tranvía descarrila, descarrila cuando se calla y no reclama su sitio en los presupuestos públicos o cuando no centra la atención en las infraestructuras pendientes. Todo lo demás son chascarrillos, derrotismo de consumo y motivo de zascas con palillos en la comisura de los labios.

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