Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Antonio Sanz se ha ganado el título de jefe de bomberos de la Junta, a él le ha encargado Juanma Moreno la transición de la Consejería de Salud mientras encuentra un equipo directivo capaz de entender las dimensiones de la sanidad pública andaluza y de desbloquear el programa de cribado de cáncer de mama, además de auditar lo que pudiera estar ocurriendo con los de colon y cérvix. No es la primera vez que San Telmo y Antonio Sanz monitorizan esta Consejería, lo hicieron en tiempos de Catalina García y en los años de Jesús Aguirre han estado metidos en las tripas de este departamento que no ha dejado de darle dolores de cabeza, a pesar de que el gasto sanitario ha ido en aumento durante todos estos años. Es muy significativo que las dos grandes consejerías de la Junta, las de Sanidad y Educación, hayan estado dirigidas por técnicos que no militaban en el PP y que formaban parte de las plantillas de estas administraciones.
Antonio Sanz es un tipo afanoso, es trabajador, pero al SAS ya no le valen ni más parches, ni más planes de choques, ni más artificios propagandísticos, el PP andaluz está obligado a reformar una sanidad pública sin complejos pero con cabeza, porque lo que ha hecho hasta ahora es conducir el mismo vehículo que tenía el PSOE pero con más dinero. Si hay que externalizar servicios porque alivian las listas de espera y porque el coste es mucho más barato en la privada, debe hacerlo pero con total transparencia, no a hurtadillas.
La debilidad del liderazgo político en la Consejería de Sanidad va paralelo al de muchas consejerías, porque más allá de Antonio Sanz, Ramón Fernández Pacheco o Rocío Blanco no hay brillo en un Gobierno que lo apostó todo al perfil exitoso de su presidente. Éste no puede estar levitando siempre, porque eso es, en efecto, una ilusión. Ni siquiera lo consiguen los lamas tibetanos. Carolina España, consejera de Hacienda y portavoz, dio muestras el pasado miércoles de cómo se articula el discurso de la humildad que la crisis del cribado precisaba. Hasta parecía una dolorosa. No se equivocó, es una buena portavoz sin muchos recursos, las cositas de los interiores palaciegos.
Porque buena parte de los errores que han engrosado un asunto que de por sí ya es muy grave han sido las contradictorias versiones que San Telmo ha ofrecido. Expusieron al presidente los primeros días sin la información necesaria hasta el punto de que Moreno dio bandazos, unas veces reñía a Amama por no darle información, otras les pedía perdón; enviaron a una consejera inexperta en comunicación y política a ser sacrificada ante los micrófonos e inventaron argumentos tan ingrávidos como la levitación.
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