Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
DE datos presuntamente economómicos vamos sobrados, tanto como escasos andamos de creadores de empleo. Son centenares de miles los puestos de trabajo artificialmente mantenidos tanto en el sector público como en el privado. Sin embargo, observen el nivel de sofisticación del Indicador de Confianza Empresarial de la Cámara de Comercio de Sevilla: "el dato de abril ha experimentado una recaída de 0,2 puntos respecto al del pasado enero, situándose en -16,1 puntos, manteniéndose próximo al mejor valor alcanzado desde octubre de 2008, que fue el del pasado enero (-15,9 puntos). El índice de situación se mantiene en valores negativos, mostrando una ligera recaída hasta situarse en -25,5 puntos, 1,7 por debajo del valor del trimestre anterior. Sin embargo, el índice de expectativas mejora, aunque también se mantiene en niveles negativos, pasando de -8,0 en el trimestre anterior a -6,6". Tiembla Grecia, que Pitágoras y su escuela sólo fueron capaces de definir los números perfectos, los números amigables, los números irracionales y los números figurados.
Mejor será pensar si hay empresas para contratar (en pos de la población activa, el consumo y las pensiones), al 30% de empleo que sobra en las cajas, según diagnostica Rodrigo Rato, presidente de Cajamadrid. Y cómo resolver la falta de dinero mientras el presidente de La Caixa, Isidre Fainé, recuerda que faltan 22.000 millones para reflotar a las entidades financieras en apuros. Por pecados hipotecarios e inmobilarios.
Son dos preguntas básicas ante cualquier episodio de economía local y global. Qué empresarios van a asumir los 4.000 empleos de Viajes Marsans, sociedad a la venta bajo la enorme transformación de la compra on line del turismo. Quién recolocará a 66 trabajadores del Grupo Albea, empresa sevillana de reparación de vehículos y venta de repuestos, abocada a un drástico ERE. Qué empresario de los de verdad, para tener un negocio que reporte beneficios, iba a elegir comprar Astilleros de Sevilla, su deuda y su desprestigio.
Es mucha la insolvencia económica, y se sigue jugando al trile para no acometer reformas de envergadura y ajustes imprescindibles. Los sectores público y privado son incapaces de sostenerse mutuamente, preñados de insolvencia moral.
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