No lo flipo

29 de agosto 2025 - 03:07

Acalorado y sudoroso, retornado al hogar de mi pareja tras un paseo bajo un sol de justicia, en un pueblo del interior de la provincia en la que nací y resido, su hijo me contempla con estupor. El joven y vigoroso estudiante universitario mira de soslayo el periódico y suplementos dominicales que porto en la mano, antes de decirme: “Antonio, el día que descubras la prensa digital, lo vas a flipar”.

Sea en una pequeña localidad, una urbe populosa o un centro de atracción de veraneantes, lo cierto es que salir a comprar la prensa en el mes de agosto no resulta una aventura fácil. En el segundo de los casos, debido al cierre vacacional de la mayor parte de los puntos de venta y, en los otros dos, por un déficit permanente de los mismos.

Comentando esta realidad con una tertulia de amigos apasionados del medio, el que mejor lo conoce desde dentro, al haberle entregado una dedicación profesional exclusiva, nos castiga con el deprimente vaticinio de que al papel no le resta más de una década como soporte físico de los grandes diarios.

Para nosotros, varones comprendidos entre los cincuenta y cinco y setenta años, la adaptación a las amplias novedades en materia de comunicación social, que este siglo ha traído respecto a aquel otro en el que discurrió nuestra juventud, no ha sido grata ni completa.

Frente a las evocaciones de añoranzas a las que nos conducen familiares sensaciones táctiles y sonoras que nos vinculan al legado sentimental de la propia existencia, la frialdad de la pantalla es incapaz de competir, salvo para aquellos que por su insuficiente edad no han experimentado en profundidad otra cosa.

Contrariamente a lo que el vástago de tan querida mujer tenga la tentación de pensar, soy –qué remedio– habitual visitante de las ediciones digitales de varios periódicos, incluidos aquellos que adquiero en el formato tradicional. Es el signo de los tiempos al que, sin haber finalizado aún mi periplo laboral, no me puedo permitir la frivolidad de sustraerme.

Pero, reutilizando la coloquial expresión más arriba transcrita, no poseo ningún reparo en confesar que no lo flipo. Por ejemplo, ni al registrar mis datos en una plataforma electrónica, ni al aceptar anuncios para seguir leyendo los contenidos. Así que mientras quede un quiosco abierto, no faltaré a la cita.

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