El nombre de Sevilla

¿Aún piensan que los grandes fondos financieros se equivocan con sus inversiones en Sevilla?

Basta un nombre, una palabra, Leonardo, Miguel Ángel, Velázquez, Picasso, Lope… para que todo un mundo de imágenes y sensaciones nos inunden. También ocurre con algunas ciudades, Roma, París, Venecia, La Habana, Ciudad de México… Una serie de personas y ciudades que, aunque no conozcamos bien su obra ni las hayamos visitado asiduamente, nos prometen disfrutes y experiencias estéticas y vitales con solo oír o pronunciar su nombre. Sevilla está en esa lista de ciudades evocadoras de promesas placenteras y no es de ahora, como lo atestiguan las óperas que utilizaron la palabra Sevilla en su título, como el barbero al que dio vida Rossini, un compositor que sabía bien donde poner el objetivo. La General Motors en los años setenta, para hacer frente a la venta de autos BMW y Mercedes en USA, puso en el mercado el Cadillac Seville, como modelo compacto y atractivo. Y así podríamos citar muchos ejemplos hasta la propuesta del estudio sevillano Lugadero, que trabaja el binomio (muy famosa/ muy desconocida) como mecanismo para fomentar los viajes a conocer nuestra ciudad.

Nos preguntamos si eso es una moda, sin reparar que es todo un efecto planificado. Por ejemplo, como en los escaparates de ropa al ver que predomina un color determinado que nos atrae. ¿Creen que de repente a todos nos gusta ese color? Piensen que para que ese vestido o camisa los podamos comprar, se ha desarrollado un proceso de dos a tres años, desde que se decidió qué colores iban gustar en un determinado momento (porque todo eso se decide), fabricar las hilaturas y las telas, diseñar patrones y confeccionar las prendas y enviarlas a las tiendas. Aunque la logística haya avanzado mucho, que es así, los colores hay que pensarlos con mucha antelación. Igual pasa con el atractivo de una ciudad. En el caso de Sevilla puedo dar un dato. En el año 2016 leí un informe de la empresa británica Protection Group International, que ofrece soluciones integradas de gestión de riesgos para la protección segura de los activos de sus clientes. En ese documento, a partir de una serie de parámetros históricos, económicos, sociológicos y geográficos apuntaban una serie de ciudades que serían las emergentes y determinantes en la Europa de dentro de unos años. En la península ibérica apostaban por siete ciudades para recomendar inversiones, activos de futuro, etc, que eran: Oporto, Lisboa, Bilbao, Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla. ¿Aún piensan que los grandes fondos financieros se equivocan construyendo hoteles de lujo y otras inversiones en Sevilla, cuando en gran medida son ellos los que han decidido desde hace años, que era una apuesta razonablemente segura?

Puede que esto ponga nervioso a alguno, pero creo que es cuestión de poner la vela donde sopla el viento y no querer que sople el viento donde ponemos la vela, como nos dijo Juan de Mairena. ¿O creen que la moda de muchos sevillanos de usar de nuevo la camisa cubana es por casualidad o una simple evocación de nuestros abuelos?

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