Nuevamente, cal y arena, otra vez miel y acíbar, pero con el matiz de que nada terminó bien para ninguno. Novena jornada de Liga y el fútbol según Sevilla la vivió como suele, sin que la alegría pueda compartirse y esta vez sin que nadie gritase bingo. Sí fue digna de elogio la actuación del Sevilla en el Camp Nou, pero su debilidad en ambas áreas hizo que no sacase fruto a su buena determinación; fruto en forma de puntos quiero decir.

Otra cuestión bien distinta fue lo que esta novena jornada significó para el Betis. De nuevo se adueñó del balón ante un Valladolid que sabe perfectamente a qué juega y otra jornada más que su delantera se queda en blanco, cero goles otra vez... y van. Preocupante el partido del Betis ante un recién ascendido, que es el que peor pintaba cuando subió. Pero en Pucela han reconducido las cosas y ahí están, sabiendo cuáles son sus recursos y de qué manera emplearlos.

Preocupante situación la del Betis, pues da la impresión de que todos sus rivales le han tomado la matrícula de tal manera que sus porteros no necesitan ducharse tras el partido. Tiene tarea por delante Quique Setién si es que sabe qué solución tiene eso de apropiarse del balón para nada, absolutamente nada. Junto a este problema aparece el ver cómo algunos futbolistas andan perdidos, léase Carvalho, Inui o ese Boudebouz tan irritantemente artificioso.

Perdió el Betis la ocasión de reengancharse a la locomotora de la Liga y la tiró a la basura mediante un partido con fútbol engañoso, sin nada que ver con aquel en que, de vez en cuando, llegaba un gol tras la virguería de veinte toques. Fue una jornada infausta para los nuestros, pero al Sevilla le cabe el consuelo de su buena imagen en Territorio Messi y que no rentabilizó cuando desapareció el mayor problema en dicho rodeo con el out de Leo. O sea que mal de muchos...