La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Las ocurrencias de la fatua Yolanda Díaz

Merecemos algo mejor que esta tropa que nos bloquea la puerta con el pie para colocarnos la enciclopedia de su disparate El éxito de iryo, chicos Mi secretaria, mi coche

Yolanda Díaz, ayer en el Senado.

Yolanda Díaz, ayer en el Senado. / Agencias (Madrid)

El día que la ministra de Trabajo puede presumir de las cifras del paro se mete en un charco como sólo lo hacen los torpes, los narcisos, los fatuos, los frívolos y los aspirantes a la cátedra del postureo. Ni los sindicatos han seguido a la vicepresidenta Yolanda Díaz en sus ocurrencias sobre los horarios de apertura de los restaurantes. Dice que es una locura que en España haya negocios de hostelería abiertos a la una de la madrugada. Y se queda tan pancha porque disfruta del contexto del buenismo bobo, el asfixiante marco mental de lo políticamente correcto y la masa acrítica que caracteriza el tiempo que nos ha tocado vivir y que está siempre dispuesta a comprar películas de Disney, crecepelos y contenidos digitales sobre paisajes bucólicos. Yolanda Díaz ha enseñado el pelo de la dehesa de cierta izquierda con vocación interventora hasta en los hábitos cotidianos. Una cosa es reivindicar los derechos de los trabajadores a un horario y a un salario dignos, a la seguridad y la higiene debidas en el trabajo y al pago de las horas extraordinarias, y otra muy distinta es decirnos directamente que tenemos que vivir con otros horarios. Nosotros disfrutamos de más horas de sol que en Bruselas, lo que influye directamente en nuestra concepción de la vida cotidiana, el carácter, las fiestas, la alimentación, lo usos y hábitos, la salud, etcétera. Comemos y cenamos más tarde que en Inglaterra o Italia. Sí, somos así.

Tal vez deberíamos tener un horario distinto, incluso más saludable de cara a las horas de sueño, pero resulta, señora ministra -ninguneada en las elecciones de su tierra gallega– que somos así. Rajoy nos explicó un día que estudió las oposiciones a registrador de la propiedad por varias causas, entre ellas porque cada vez que pretendía salir en Pontevedra los fines de semana... estaba lloviendo. Chichichí. ¡Pues a estudiar en casa, que se aprende más y se gasta menos! El clima nos condiciona tanto como nos molestan los políticos que inventan estupideces. Resulta, además, que los horarios de apertura de los restaurantes son competencia de las comunidades autónomas. La ministra de Trabajo pierde el tiempo, busca protagonismo, trata de dar un aldabonazo para que se acuerden de ella y no es ni humilde ni inteligente. El andaluz Julio Rodríguez, ministro de Educación en el gobierno de Francisco Franco, paisano de Yolanda Díaz, intentó cambiar el calendario académico para que se ajustara al año natural. Fue conocido como Julio el breve. Ojalá pase pronto la pesadilla de estos políticos que inventan historietas, conejos, chisteras y fuegos de artificio. Merecemos algo mejor que esta tropa que no nos tiene respeto y que plantan el pie en la puerta de nuestras casas para colocarnos la enciclopedia de su disparate.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »