¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Florido erial
El ombú (Phytolacca dioica) es una planta arborescente que arriba a Europa a comienzos del siglo XVI a través de Sevilla. Árbol perenne denominado también bellasombra o zapote, oriundo de Paraguay, Argentina y otros países sudamericanos, presenta hojas enteras con unas características nervaduras rojizas en el envés y en los pecíolos jóvenes. Su tronco multitallo suele partir de una gran peana que alberga nuevos retoños y conforma una copa espléndida que puede alcanzar los diecisiete metros de altura, desarrollando bayas verde-amarillentas tóxicas por ingestión. Es una especie longeva que resiste distintas condiciones climáticas y cuyo nombre procede del vocablo vernáculo guaraní imboú, que significa “árbol que atrae la lluvia”.
Los ombúes están presentes en la ciudad hispalense en distintos enclaves: uno de gran porte que se hallaba cerca de la antigua Estación de Cádiz y que fue trasladado al Parque Amate; varios que pueden contemplarse en el Paseo de las Delicias, cerca del Pabellón de Guatemala, provenientes de cultivos realizados para la Exposición Iberoamericana de 1929; los del Palacio de San Telmo, Alcázar, Parque de María Luisa o calle Periodista Ramón Resa; los instaurados en 1992 en la Isla de la Cartuja, como los de la avenida Inca Garcilaso que alternan en la mediana con hermosos árboles del fuego. Sin embargo, el de más relevancia y antigüedad permanece en el Monasterio de Santa María de las Cuevas de la Isla de la Cartuja.
Hernando Colón, hijo natural del descubridor del Nuevo Mundo, obtiene hacia 1526 unas antiguas huertas colindantes con la Puerta de Goles (Puerta Real) en el arrabal extramuros de los Humeros, hoy cuesta de San Laureano. Construye allí un gran palacio con una librería que constituirá el germen de la Biblioteca Colombina, y dedica buena parte de la finca a una plantación con cientos de especies traídas de América que integran el primer Jardín de Aclimatación del país. Un ombú se hallaba entre las plantas sembradas en dicho jardín botánico, ejemplar que alcanzaría con el paso del tiempo los cuatro siglos de edad hasta que fuera talado en aras de nuevas urbanizaciones que arrasan el plantío en 1902 a pesar de las súplicas de ilustres y sensibles ciudadanos. Otro ombú, que podría ser un segundo espécimen importado o bien provenir de un esqueje extraído del implante del jardín de los Humeros, es llevado en la misma fecha a la primitiva huerta chica del Monasterio de la Cartuja. Este grandioso árbol cumplirá pronto el medio milenio de vida junto a la estatua de Cristóbal Colón y puede ser estimado como el más viejo de Sevilla con datos históricos de cierta fiabilidad, habiéndose convertido en un monumento natural que ha sido incluido en el Catálogo de Árboles Singulares de la ciudad. Cuenta la leyenda que el propio Hernando Colón lo habría sembrado con sus propias manos en dicho lugar del cenobio cartujo, donde estaba enterrado el padre en aquella época antes de su desairado traslado a Santo Domingo.
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