La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Todavía hay políticos que creen en el diálogo, el acuerdo y que no son amigos de insultos. Los hay, de verdad. Otra cosa es que logren hacerse oír en la jaula de grillos que es el debate nacional. O que tomen esa postura por tacticismo político e interés electoral, que eso ya es harina de otro costal. “Vamos a hacer algo revolucionario: recuperar el respeto, el sentido común y la cortesía en la política”, les ha dicho el sevillano Juan Espadas a los senadores socialistas a los que lidera en este principio del curso político. ¿Cómo lo va a hacer? “Con infinita paciencia y habilidad sevilllana”, ha sido su respuesta a este periódico.
El ex alcalde quiere que de verdad se note su planteamiento y por eso ha dado una orden directa: todas las iniciativas que se presenten en el Senado deberán reflejar “los problemas reales de la gente” y alejarse del “fango, acoso y derribo” que, según entiende, es la estrategia política diseñada por Alberto Núñez Feijóo para la Cámara Alta, donde, por cierto, el PP tiene mayoría absoluta y Juan Espadas, como portavoz, el trabajo más difícil de todos los socialistas en las Cortes Generales.
Es cierto que esta directriz política no rechina con la manera de ser del político sevillano. Ya lo demostró como alcalde y también como líder del PSOE. Hay quien dice que esa fue precisamente esa “moderación” la que se lo cargó como candidato frente a Juanma Moreno. Otro moderado, por cierto. O eso le dicen los diferentes portavoces de la izquierda cuando quieren hacerle de menos.
Claro que lo más curioso de todo es la motivación de ambos líderes, el socialista Espadas y el popular Moreno. Los dos coinciden, cuando se les pregunta sosegadamente y sin micrófonos por delante, que la bronca política resta votos a ambas formaciones. Que el descrédito de las instituciones sólo sirve para dar alas a las fuerzas antisistema, empezando por Vox.
Y quizás ahí está el fondo del asunto. Las últimas encuestas publicadas (cocinadas o no, da lo mismo) dejan claro que los de Abascal van ganando adeptos como consecuencia, según interpretan en el Gobierno andaluz, del desencanto de los partidos tradicionales. Lo llamativo es que desde el PSOE también hay quien lo ve de la misma manera. ¿Podrán ambos hacer algo?
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