¿El papa León XIV en Sevilla?

La aldaba

La Embajada de España ante la Santa Sede aprieta para que se produzca la visita

Dos años de gobierno en Sevilla: casi todo por hacer

El Papa que pide buen humor

León XIV en su primera aparición pública en el balcón principal de la Basílica de San Pedro.
León XIV en su primera aparición pública en el balcón principal de la Basílica de San Pedro. / Juan Carlos Muñoz

16 de junio 2025 - 04:00

El presidente del Gobierno, perro flaco del poder, telefoneó hace cinco días al papa León XIV. Fue la primera conversación de Pedro Sánchez con el líder de la Iglesia Católica anunciado por una fumata blanca una tarde de Jueves de Feria. Sánchez no fue a la misa de inicio de pontificado, envió a la vicepresidenta Montero. Y, por cierto, tampoco estuvo un par de semanas antes en el funeral de Francisco, al que asistió hasta Donald Trump. Sánchez quiso mantener un contacto aunque fuera solo telefónico e invitó al Santo Padre a España con motivo de la conferencia de Naciones Unidas sobre financiación para el desarrollo que se celebrará en Sevilla entre el 30 de junio y el 3 de julio próximos. Y la invitación no ha sido un brindis al sol. En el Palacio de España, sede de la Embajada ante la Santa Sede, aprietan de lo lindo al secretario de Estado para que León XIV acepte y acuda a España. Se califica el viaje de "casi imposible". No es que el Gobierno haya recibido un no por la vía oficial. La Santa Sede no suele dar nones, acaso un "ya veremos" o simplemente guarda un prudente silencio. Bien es cierto que España no merece un rechazo expreso por muchos motivos. León XIV no ha realizado todavía ningún viaje, sigue en fase de aterrizaje, casi no ha efectuado ningún nombramiento y necesita tiempo para establecer las líneas de un papado que se presume largo. La cumbre de la ONU tiene mucho de cita política y no de viaje pastoral, lo que siempre es un escollo.

La convocatoria es prematura y, no nos engañemos, el Gobierno de España no está precisamente robusto, sino salpicado por escándalos los días pares y los impares. Sin duda alguna sería un éxito que Sánchez estuviera al pie de la escalerilla junto a los Reyes para recibir al Papa en su primera salida fuera del Vaticano. Cuando Juan Pablo II pisó España por primera vez el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, estaba en funciones. El actual está directamente sumido en una crisis más que intensa. Y no se atisba precisamente un futuro esperanzador para sus intereses. En España ocurren cosas que nunca habían sucedido. La Embajada que dirige la ex ministra Isabel Celáa empuja todos los días porque así lo ha dispuesto el presidente. Quedó pendiente el viaje de Francisco a las Islas Canarias, considerada la Lampedusa española por el drama de la inmigración, uno de esos lugares que Bergoglio consideraba "una vergüenza para la humanidad" por las muertes de quienes no alcanzaban la costa europea. De momento no se ha tirado la toalla y se insiste en tener al Papa a finales de mes en Sevilla. La ilusión no se pierde. Ni el interés. El único viaje que seguro hará León XIV cuanto antes será a Turquía por los 1.700 años del Concilio de Nicea, aquel convocado por el emperador Constantino que sirvió para definir la doble naturaleza (humana y divina) de Jesús, desde entonces considerado "verdadero Dios y verdadero hombre" como se establece en el Catecismo.

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