Tras aquel gol de Correa llegó el parón liguero y esta noche vuelve la Liga a Heliópolis. Correa y el parón fueron los lodos que trajeron los polvos que reinan hoy en el día a día de ese gran invento llamado Real Betis Balompié. Llega un recién ascendido que está superando las expectativas de la mano de Sergio, aquel excelente centrocampista del Espanyol y del Deportivo coruñés, y que se sustenta por su jerarquía en retaguardia.

Nos referíamos a los polvos y a los lodos por la inquietud que ha creado la forma de jugar del Betis. Se hace hincapié en la poca efectividad atacante que el equipo ha mostrado hasta el momento. Es esa la obsesión actual del bético y es que cinco goles en ocho partidos justifican dicho estado de ánimo, pero lo cierto es que mejor sería hacer hincapié en el porqué de tan baja producción en ataque. Y ahí nos podemos topar con varios motivos, casi todos por la forma de jugar.

Para que las cosas se arreglen en ese apartado del gol a favor, el Betis no debe apartarse del concepto, pero sí de un detalle que se hace argumento principal, el de la velocidad en la circulación de la pelota. Que un central se la pase a otro varias docenas de veces en un partido no ayuda a que el contrario se desorganice, con lo que el factor sorpresa queda absolutamente descartado... a no ser que se suicide como se suicidó el Leganés la última vez que el Betis fue de local.

Hoy llega un equipo que ha hecho de su organización defensiva su argumento principal y es muy improbable que se desorganice si el Betis no impone una velocidad más alta. Es sólo un consejo que suena a obvio, pero sería una esaborición que con lo bien que juega el Betis, ese mismo Betis no fuese capaz de rentabilizar mejor cuanto hace. Tras aquel gol de Correa en el Metropolitano llegó el parón y hubo tiempo para recapacitar ante lo que esta noche pueda deparar el Valladolid.