La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La piedra llorosa está en la Avenida de la Palmera

Como un García de Vinuesa del siglo XXI, Antonio Muñoz solo puede lamentar el destrozo de una hermosa avenida del 29

Derribo de una casa para la construcción de una residencia universitaria en la Palmera.

Derribo de una casa para la construcción de una residencia universitaria en la Palmera. / José Ángel García (Sevilla)

Muchas veces he reflexionado sobre cómo me defendería de las críticas sobre las barbaridades que se cometen en la Avenida de la Palmera si me hubiese tocado ser el delegado de Urbanismo y, encima, el posterior alcalde. “Dios no lo premita”, que diría Lola Flores. Los políticos tienen que forzar la realidad, retorcer los argumentos o conectar el ventilador para salir del trance. Un buen día concluí que no habría mejor defensa que aludir a que los nuevos mamotretos destinados a residencias de estudiantes no son, precisamente, los primeros atentados contra el principal viario que nos legó la Exposición Iberoamericana, la que extendió la ciudad hacia el Sur. Antes se cometieron otras fechorías, pero pasaron desapercibidas, fueron silenciadas, poco comentadas y casi nunca denunciadas.

Antonio Muñoz ha estado hábil cuando ha aludido a que los despropósitos urbanísticos no son nuevos. En ningún caso eso justifica la desgracia que estamos sufriendo, una atrocidad imperdonable, pero es cierto que la cadena de desmanes comenzó antes si por ellos entendemos los proyectos urbanísticos que han destrozado la estética regionalista que debía y debe ser conservada. ¿Se han fijado alguna vez en los horrores de dos establecimientos sanitarios que existen en la Palmera? No son precisamente construcciones inspiradas en la obra de Aníbal González. Y hasta la fachada mínima, pero que mira hacia la Palmera, del edificio eclesiástico de 1999. Tampoco el arquitecto tuvo reparos en un planteamiento rupturista. ¿Y la sede de un colegio profesional que tendría mucho que decir en todos estos atropellos urbanísticos?Son los horrores que precedieron a estos nuevos horrores. Horrores los unos y los otros. Sí, el alcalde tiene razón. Ha estado hábil. Explica Antonio Muñoz que los empleados de la Gerencia de Urbanismo no pueden prevaricar. Se tienen que ajustar a la normativa, fundamentalmente el PGOU de 2006.

Cabe preguntarse si de verdad no había ninguna solución política para ahuyentar a los promotores, alguna solución diplomática, alguna fórmula basada incluso en la imaginación para ganar tiempo antes de modificar la norma que permitía el plus de edificación. El palmericidio está perpetrado con arreglo a la norma. ¡Ajo y agua, sevillanos! Sólo nos queda el lamento. Y al alcalde Muñoz rendirse en su particular piedra llorosa, como hizo su antecesor García de Vinuesa, aquel alcalde que no pudo salvar a los jóvenes fusilados y se derrumbó sobre un pedernal en la Puerta Real. Muñoz no ha podido evitar el destrozo de una de las avenidas más hermosas. Habría que colocarle su piedra en la Palmera. El despropósito empezó mucho antes. No es consuelo, pero es cierto.

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