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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

La política, la sanidad y la política sanitaria

La calidad de la sanidad pública andaluza no es mucho mejor ni peor que la madrileña o la extremeña

Reconozco que hace muchos años que no me toca llamar a las puertas de la sanidad pública madrileña en busca de asistencia, pero seguro que no me equivoco demasiado si afirmo que no es mucho peor que la que tenemos en Andalucía. O en Extremadura, o en Aragón. Los problemas de la asistencia primaria, la falta de medios y la masificación de ambulatorios o urgencias hospitalarias se dan en todas las regiones de España y, salvo matices, poco tienen que ver con la orientación política de sus respectivos gobiernos autonómicos. Existen criterios de orientación política que, normalmente, no se sustancian en cambios radicales de la calidad de la asistencia. Esta semana hemos visto en Andalucía una polémica que tenía en su origen la elaboración de una orden por la Consejería de Salud que preveía, en casos muy excepcionales, la derivación de pacientes de Atención Primaria a servicios concertados de sanidad privada. La Junta ha dado marcha atrás y ha jurado y perjurado que no piensa privatizar nada. En este tipo de actuaciones sí se puede encontrar un rastro ideológico. Pero al final, los problemas de los pacientes y de los médicos siguen siendo los mismos y tienen que ver con una demanda siempre creciente, con picos de saturación, para la que no hay medios suficientes.

Esta situación no es nueva ni se ha agravado sustancialmente con la llegada del Partido Popular al poder en Andalucía. Es más, los problemas de la sanidad pública y los fallos de gestión y comunicación en torno a esta cuestión están en el origen de la derrota que terminó sacando a los socialistas del poder en Andalucía tras casi cuatro décadas de poder ininterrumpido.

Ahora habría las mismas causas, poco más o menos, para montarle a Juanma Moreno broncas similares a las que tuvo que soportar Susana Díaz. Y no muy diferentes de las que hace una semana sacaron a las calles de Madrid cientos de miles de personas contra Isabel Díaz Ayuso. Tanto en el caso de la Díaz andaluza como en el de la Díaz madrileña lo que estaban planteados eran pulsos políticos, en los que la sanidad, tema especialmente sensible y con una enorme capacidad de movilización, era un argumento potente a la búsqueda del desgaste político.

En Madrid, está claro que el PSOE ha encontrado en los problemas de la sanidad la vía para intentar hacerle a la presidenta de la Comunidad el máximo daño posible. En Andalucía teóricamente se darían las mismas circunstancias para sacar a la gente a la calle. Pero no es previsible que suceda. Por lo menos, con la misma intensidad. Las condiciones políticas son diferentes: el Gobierno del PP tiene la fortaleza que le dio hace unos meses su mayoría absoluta y el PSOE sigue perdido en su laberinto y con nula capacidad de pegada.

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