Presentación, primera luz de Adviento

30 de noviembre 2025 - 03:09

La primera luz que se enciende en mi sevillana Corona de Adviento es la Virgen de la Presentación, hoy en besamanos. No hay forma más dulce, discreta y hermosa de entrar en el Adviento que contemplar el contraste entre la gloria que la viste y la acoge –mejor manto juanmanuelino tras los dos macarenos, soberbia arquitectura de Leonardo de Figueroa, frescos de Clemente de Torres y Lucas Valdés, segundo mayor retablo de Sevilla en el que se intuye la mano de Duque Cornejo– y la joven dulzura de la Virgen que, quizás por su advocación, más tiene de la niña presentada en el Templo que de la Madre dolorosa del Calvario. Ninguna hermandad sevillana tensa un contraste tan acentuado entre severidad y dulzura, exigencia y acogimiento, rigor ascético y tierno, piadoso y maternal consuelo como el que se tiende entre 1612 1834, entre Ocampo y Astorga, entre Calvario y Presentación.

La segunda luz de la Corona se prenderá el 7 de diciembre, segundo domingo de Adviento, y tendrá la callada hondura de la Cieguecita, la gracia chiquita de la Pura y Limpia y la elegancia vestida por Olmo de la Madre de Jesús Nazareno. El domingo 14, tercero de Adviento, la luz no se encenderá, se avivará; porque está siempre encendida donde una veleta proclama “Aquí está la Esperanza”, la nunca ausente, la siempre presente, sonrisa de nuestra alma y Esperanza única de los mortales.

La cuarta luz, el domingo 21, sabemos todos donde se enciende. No hace falta que lo nombre. Lo dice, hoy, el rito de bendición de la Corona de Adviento: “La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona y la ha adornado con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos”. En Sevilla nos bastan dos palabras para resumir y contemplar este hermoso texto: Gran Poder.

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