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fernando Lussón

Las prisas no son buenas

LOS cambios judiciales suelen ser lentos. La propia maquinaria judicial lo es y las normas, muy garantistas, provocan que la acción de la justicia se dilate en el tiempo hasta el punto de que esa tardanza constituye uno de sus principales problemas, como reconocen todos los actores judiciales y los ciudadanos se ven inmersos en cualquier tipo de proceso. Pero a Ruiz-Gallardón le han entrado las prisas y ha cogido velocidad de crucero para cambiar tanto la organización del Poder Judicial, la planta y demarcación de los juzgados e introducir importantes modificaciones en el Código Penal, y en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que viene del siglo XIX.

Pero si todos esos cambios llevan un largo tiempo de estudio y debate, la reforma de la justicia universal se ha hecho en un tiempo récord y las consecuencias de las prisas se comienzan a ver en los juzgados de la Audiencia Nacional, y los jueces de instrucción buscan los resquicios legales superiores al ordenamiento nacional a los que acogerse para seguir los procedimientos que tienen abiertos, o adoptan decisiones que ponen en evidencia los agujeros de una legislación modificada para contentar a otros países que para más inri no reconocen la autoridad del Tribunal Penal Internacional sobre sus nacionales y sobre sus actos y a los que por tanto no se puede enjuiciar en la instancia que sería apropiada.

La reforma ha tenido como efecto indeseado que los jueces de la Audiencia Nacional se vean obligados a poner en libertad a narcotraficantes detenidos en aguas internacionales con los que no se cumplen los requisitos establecidos en la nueva norma. Y otro despropósito: mientras los fiscales consideran que no se puede aplicar la Convención de Ginebra para enjuiciar a los militares estadounidenses que causaron la muerte de José Couso, establecen que sí se debe aplicar el Convenio de Viena contra el tráfico de drogas para mantener encarcelados a unos narcotraficantes capturados en aguas internacionales que ni son españoles, ni se dirigían a España en un barco con pabellón español.

Y hasta que se aclare esta disfunción, los abogados de los narcotraficantes detenidos van a pedir la puesta en libertad inmediata de sus defendidos, muchas de las operaciones en marcha van a quedar en el limbo y vana provocar frustración entre los encargados de combatir estos delitos e incomprensión entre la ciudadanía. Ahora si corre prisa enmendar el error.

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