La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las zonas prohibidas de Sevilla
Hay candidatos que ganan y no tienen mayoría. Otros pierden y gobiernan de carambola. Pero los suyos jalean a todos en las vísperas como si fuesen a arrasar. En el congreso regional del PSOE se repitió en seis discursos incluido el de Sánchez que Juan Espadas es el próximo presidente de la Junta. A nivel interno su candidato tiene este sobrenombre provisional. En público los socialistas ponen sus expectativas en máximos. Aunque en privado admitan que será muy difícil recuperar el poder.
Al Gore perdió las presidenciales americanas contra George W. Bush en el 2000, aunque sacó medio millón de votos populares más que su rival republicano, cuando el Tribunal Supremo dio por buenas por cinco a cuatro las papeletas de Florida. El antiguo vicepresidente de Bill Clinton se recicló en activista medioambiental. Su documental contra el cambio climático Una verdad incómoda recibió los premios Oscar, Grammy y Emmy. El libro fue un bestseller. En la gira europea de presentación, Gore siempre arrancaba igual, en Bruselas, París, Málaga o Sevilla: "yo fui el próximo presidente de los Estados Unidos". Exorcizaba una frustración por su cruel derrota, que seguro que no compensó el Nobel de la Paz de 2007.
En Andalucía ha habido muchos próximos presidentes de la Junta que se quedaron en ese título. Javier Arenas es quien más cerca ha estado de pasar del futurible a hacerse con el cargo. Y en realidad el propio Juan Manuel Moreno iba camino de quedarse con el sambenito de próximo jefe; sacó en 2018 el peor resultado histórico del PP. Pero unos 100.000 votantes de PSOE, Podemos o IU en 2015 se pasaron a Vox tres años después. Moreno le debe el cargo a ese trasvase. Fue ese bandazo de una parte de los indignados el que provocó su cacareado cambio, aunque a la izquierda no le haga gracia escucharlo. Si no fuese por este fenómeno, Moreno podría decir hoy "yo fui el próximo presidente de la Junta".
El congreso socialista que iba a ser de la desusanización ha acabado siendo de la deschavisación y de la desgriñanización. Nadie se atrevió a mencionar por sus nombres a Chaves y Griñán; el proceso de los ERE los tiene proscritos incluso entre los suyos. El próximo presidente socialista les aludió de manera metafísica. El PSOE andaluz renuncia avergonzado a 23 años de gobierno de la Junta. No es extraño que Moreno, el hombre que estuvo a punto de quedarse en próximo de no ser por una carambola, no se canse de meter el dedo en esa herida.
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