Puntadas con hilo

María José Guzmán

Otras rimas y leyendas

El mandato de Zoido se agota: faltan realidades y sobra poesía.

16 de marzo 2014 - 01:00

DICE el alcalde, Juan Ignacio Zoido, que Sevilla son los sevillanos. Y por ello, cada vez que tiene oportunidad de salir al extranjero, en alguna de las misiones que se están convirtiendo en uno de los fuertes de la gestión municipal, opta por vender una ciudad que él define como la Sevilla de los sevillanos. Y, para ello, le gusta parafrasear a Cernuda con citas de Ocnos, e iniciar un viaje repetido en sus discursos que se remonta a Trajano para seguir con el talento de Adriano, Julio César, los visigodos, San Isidoro y San Leandro, Almutamid, el rey San Fernando, hasta desembocar en Velázquez y Murillo, Bécquer y Machado, la Expo del 29, la del 92 y la tecnópolis de la Cartuja. Y es que hay tantas Sevillas como sevillanos. Y Zoido asegura que es capaz de identificarse con cada uno de ellos. ¿Cómo si no iba a haber logrado tantos votos prestados?, apuntan algunos en el gobierno local.

Esta semana el alcalde, al que la oposición ya le afeó en 2012 que no se hubiera interesado por una exposición que hubo con motivo del 176 aniversario de Bécquer, acudió a la glorieta que lleva su nombre para presentar los actos del centenario del Parque de María Luisa. Y no es la primera vez en los últimos meses. ¿Es Zoido un romántico? Es difícil verlo como tal, al menos en el sentido de revolución política que supuso este movimiento, que se caracterizó por la ruptura con la tradición, con el orden y con la jerarquía de valores culturales y sociales imperantes.

En el mismo Parque de María Luisa se cruzan a diario sevillanos, de nacimiento y adopción, que se hacen la misma pregunta: qué ha cambiado en Sevilla en los últimos años. Y la respuesta suele coincidir en que el balance, en general, es pobretón. El insoportable paro no es una leyenda, pero, a pesar de que la oposición insiste una y otra vez en que se podrían hacer muchas cosas a nivel municipal, no es una competencia directa de Zoido. O, al menos, no se entiende así, dado que el nivel de estima del que sigue gozando el alcalde parece alto, al menos en público. Claro que, al menos que se sepa, no se le ha visto en ninguna cola de las oficinas de empleo chequeando el ambiente. Aunque, ojo, que ya están alzando la voz algunos descontentos: esta semana, el sindicato de bomberos, que criticó que el alcalde venda humo y las ONG.

Tampoco es leyenda que la administración municipal, y también las arcas, están más saneadas que hace tres años. Pero el esfuerzo invertido en ello parece una línea lógica que hubiera seguido, por obligación, cualquier partido político en la actual coyuntura, lo que le resta valor. Y cierto es que las mejoras de los servicios públicos, algunos más que otros, tampoco son sucesos maravillosos como los que relataba el poeta, sino verdaderos.

Pero hay proyectos que, sinceramente, sí parecen leyendas: como el anunciado desbloqueo de Altadis, y no porque no exista el acuerdo con la tabacalera, sino porque es muy improbable que la Junta de Andalucía vaya de la mano del Ayuntamiento de Sevilla en ese cometido. Ni en casi ninguno. El gobierno local es consciente, pero no por ello debería haber pactado con la multinacional sin informar previamente a la oposición, como en un principio aseguró que haría. De hecho, el PSOE le recordó esta semana que llevaba tres años esperando conocer los términos de la negociación. Tal vez es que Zoido da por perdido el proyecto.

La campaña electoral se acerca y, con ella, nuevas leyendas que tal vez nunca se harán realidad. No son tiempos para la poesía, pero estaría bien reflexionar sobre una rima becqueriana que decía que los suspiros son aire y van al aire y las lágrimas son agua y van al mar. ¿Qué son los anuncios y las promesas electorales? Y como el amor que se olvida, ¿adónde irán los votos de 2011?

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