Aveces aparecen noticias económicas desconcertantes. El pasado mes de abril una encuesta del BCE concluía que los hogares españoles están entre los más ricos de Europa, por delante de los alemanes y los franceses. Todo se aclaraba al comprobar que el resultado estaba fuertemente influenciado porque el porcentaje de familias con vivienda en propiedad, porque las viviendas siguen estando sobrevaloradas y, sobre todo, porque el paro juvenil frenaba la emancipación y la constitución de hogares independientes. Al final la conclusión era radicalmente diferente de la impresión inicial: la riqueza de los hogares en España es elevada por el valor de la vivienda y porque el número de familias es muy reducido.
Algo parecido ha ocurrido con los datos de riqueza financiera de los hogares, que refleja la diferencia entre activos y pasivos financieros en manos de las familias. Según el Banco de España, que estima el dato cada trimestre, a finales de 2012 la riqueza financiera de los hogares españoles ascendía a 875.000 millones de euros, un 5,7% más que en 2011. Blogs y redes sociales se hicieron eco de la noticia con comentarios que mezclaban la sorpresa con la incredulidad y con algo de pitorreo. Sin embargo, también en este caso se puede deshacer el entuerto adentrándose en las interioridades del dato. Lo primero que sorprende es que el saldo acreedor de los hogares se haya incrementado a lo largo de 2012, aunque tan sólo haya sido en un modesto 0,8%. La explicación se encuentra en que el grueso del ajuste de la cartera tuvo lugar en 2008, cuando se produjo una contracción superior al 11%. Desde entonces se mantiene el valor de estos activos, con ligeras oscilaciones, mientras que el comportamiento de los pasivos, es decir, de la deuda de los hogares, se comporta con bastante mayor volatilidad.
En concreto, en 2012 se produjo una reducción del 3,7% en el valor de los pasivos financieros de las familias, con la consecuencia apuntada de una variación positiva de su patrimonio financiero neto, aunque conviene aclarar que esto no significa que seamos más ricos que el año anterior. En realidad somos más pobres porque el saldo deudor de la cuenta financiera de la economía (-969.000 millones) se incrementó en 24.400 con respecto a 2011. ¿Por qué ocurre esto? Por un lado, porque la austeridad en el comportamiento de empresas, hogares y bancos, cuyo saldo financiero acumulado fue positivo en 86.400 millones de euros, no ha sido suficiente para compensar el deterioro en más de 110.000 millones de euros en la posición deudora de las administraciones públicas. Por otro lado, porque las variaciones en la riqueza financiera de un país son el resultado de añadir al saldo de la balanza por cuenta corriente y de capital, la diferencia entre los intereses percibidos y pagados al resto del mundo. La balanza por cuenta corriente, que tradicionalmente ha sido una puerta abierta a la fuga de rentas hacia el exterior, dejará de serlo este mismo año, pero entregando el testigo a los intereses de la deuda. Sin duda, el principal obstáculo para frenar el empobrecimiento sistemático que desde 2009 experimenta el país.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios