La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los sevillanos 'pagafantas'
Seguimos levitando, como flotando, etéreos, que lo del miércoles de Feria fue muy fuerte para el cuerpo. Y desde esa tarde no hay día que se nos pase sin recordar lo que José Antonio Morante hizo con aquel Ligerito de Concha Hernández, negro, con 515 kilos, casi cinqueño y que se fue sin el rabo al desolladero. Aquel 26 de abril viró 180 grados la tauromaquia gracias a un torero que hace joyas con sus telas y que resolvió de un plumazo el dilema que atormentaba al toreo según Sevilla, el de ver cómo el trono seguía desocupado desde un mediodía otoñal en La Algaba. Todo resuelto ya y con José Antonio instalado en él, cada día que se anuncia amanece como si fuera domingo. Y hoy volverá a estar ante nosotros y no en un sitio cualquiera, sino en Las Ventas del Espíritu Santo, el duro circo madrileño que lo espera con ganas de verificar si lo de Sevilla fue para tanto.
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