El pasado día 7 de marzo de este año tuvo lugar la jornada aérea del Ejército del Aire en la Dehesa de Tablada. Acudí con mi familia y pasamos una buena mañana, lejos de imaginar que una semana después se declararía el estado de alarma y mis hijos permanecerían encerrados en casa durante 42 días en el momento de escribir estas líneas.

En los primeros días de confinamiento, con objeto de entretener a los niños, les pedía que dibujaran algo que les gustara. El resultado fue una inocente visión de la exhibición aérea, vista desde tierra, donde no era difícil reconocer las evoluciones de los aparatos Eurofighter. Por su originalidad y sencillez infantil busqué en internet la dirección y se la envié al coronel, jefe de la base aérea de Morón de la Frontera, donde se ubican dichos aparatos. Me contestó a los pocos días con un email de agradecimiento.

Pero ahí no acabó la cosa. En la tarde del día 24 de abril se personó previo aviso en mi domicilio de Mairena del Aljarafe un teniente coronel, uniformado, jefe de uno de los escuadrones, para entregar en nombre del coronel y el personal del Ala 11 un obsequio para mis hijos, un póster dedicado por todos ellos. La cara de asombro y felicidad de los pequeños ante la sorpresa, para sus padres quedan. Este delicado gesto para unos niños confinados durante 41 días excede cualquier forma de agradecimiento ordinario, y muestra que la firmeza de carácter de los militares no riñe con la sensibilidad hacia los pequeños, lo cual denota una gran caballerosidad.

El Ejército ha estado estos días en los hospitales, residencias de mayores, estaciones y calles. Y está en las casas también, al cuidado de todos nosotros, y sobre todo de los más débiles. Estuvo en Tablada el día 7, está en la epidemia y puedo pronosticar que estará en el futuro, con la calidad del personal que lo integra, ante cualquier adversario de la nación. Gracias de corazón de unos padres agradecidos.