Se ha hecho realidad una de las peticiones más firmes que, durante años, llevamos haciendo los urbanistas y ayuntamientos, tras la aprobación de la Ley de Impulso para la Sostenibilidad del Territorio de Andalucía (Lista). No entraré a valorar su consenso desde el punto de vista político; la Lista es ya una realidad, y eso es lo que cuenta. Todos los urbanistas hemos entendido que el "espíritu inicial" de esta nueva ley andaluza era la eliminación de las enormes trabas burocráticas y normativas que lastran nuestro planeamiento desde hace años, llegando incluso a la paradoja de que la vigencia de un PGOU era más corta que su propia redacción. Por ello cualquier PGOU nacía caducado, desfasado o anticuado desde su origen. Si ese "espíritu inicial" y todas las ideas vertidas para su elaboración se mantienen, se habrá logrado recuperar la lógica en la gestión urbanística, evitando la inseguridad jurídica de las aprobaciones, agilizando la tramitación del planeamiento, reduciendo los plazos de respuesta, etcétera…

En resumen, tendrá sentido plantearse cualquier revisión urbana. Otra cuestión muy diferente es que se convierta en realidad a corto plazo, con una administración habituada a tramitaciones más largas o a silencios administrativos como respuesta. Albergo la esperanza de que podamos ver el final de una exigencia justa por parte de ayuntamientos, urbanistas, promotoras, etcétera. El tiempo dirá si realmente somos capaces entre todos de captar y desarrollar este "espíritu".