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Tengo la necesidad de expresar una situación que me causa profundo malestar y de la que además me resulta imposible hablar en público debido a las reacciones negativas que suscita. El miedo es libre, o eso dicen. A no ser que tengas miedo a los perros, como es mi caso, entonces tu pánico ya no se respeta, más bien se cuestiona. Porque todos sabemos que "los perros no muerden" pero sí "huelen el miedo". Además, un perro "es un miembro más de la familia" e incluso "tiene más corazón que algunas personas". Observo que los animales, en concreto los domésticos, gozan de ciertos derechos que yo he ido perdiendo. Por eso, hace tiempo que se me complica pasear por un parque sin tener que permanecer en alerta o montar en bicicleta sin temor a que uno de tantos perros que pasean sueltos venga a mi encuentro. No han sido uno, ni dos, los momentos de pánico en los que me he visto obligada a pedir al dueño de un perro, con delicadeza y educación, que lo atara. A veces lo consigo, pero otras me hacen sentir peor que la mierda que acaba de dejar su perro. 

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