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Sanitarios, policías, Ejército, distribución, logística, ganaderos, agricultores... han sido protagonistas con mayúscula de un comportamiento ejemplar. Este comportamiento no ha estado exento de miedos, no sólo por su propia salud sino por la de aquellos que los rodean, con medios escasos; inadecuados un día y adecuados al día siguiente dependiendo de las indicaciones ¿veletas? de los responsables de Sanidad. A todo ello hay que añadir el magnífico comportamiento de todas las familias, siguiendo de forma disciplinada y obediente las indicaciones de nuestro ¿Gobierno?

Pero, al mismo tiempo, en estos días hemos visto en los medios de comunicación imágenes donde se insultaba a personas que se saltaban este confinamiento, hemos asistido a situaciones en las que se atentaba contra bienes de aquellos que se exponían diariamente al virus con una sola intención, ser útiles a la sociedad y cumplir con sus obligaciones laborales: sanitarios, respondedores, cajeras... y todos los medios de comunicación haciendo especial hincapié en las zonas más pobladas para ver si la salida se hace de forma responsable, como si un padre o una madre no fueran los más adecuados para asegurar la seguridad de sus hijos. No se han hecho eco de esas imágenes, que también existen, de nietos llamando a las abuelas desde las calles para mandarles un beso con mascarilla...

¿Qué nos esta pasando?, ¿qué pasa por nuestras cabezas?, ¿qué nos conduce a estos comportamientos?, ¿nos hemos convertido en un pueblo delator? La delación es uno de los primeros síntomas de un pueblo que se dirige al abismo, a un comportamiento colectivo que prefiero no definir. Confío que sólo sea una pérdida de nervios justificable por tantos días de confinamiento que pueden nublar hasta la mente más preclara. Debemos seguir creyendo en la responsabilidad de la población española, como maduros y sensatos individuos.

Como individuos críticos con aquellos que deben tomar las decisiones porque tienen la obligación de acertar, de conducir por la vía que nos lleve al objetivo que en estos momentos no es otro que la minoración de esta pandemia en todos y cada uno de los ámbitos en los que tiene y tendrá repercusión. Dirigentes que sepan rectificar con humildad y pedir perdón por los errores, porque sólo se equivoca el que actúa y decide. Y seguiremos construyendo, ayudándonos y ayudando a los demás, siendo útiles, creciendo y haciendo crecer. Somos una gran sociedad compuesta por buenos individuos. Sigamos trabajando todos juntos. 

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