Tribuna

Alfredo Sánchez Monteseirín

Ex alcalde de Sevilla

La plaza nuestra, la plaza vuestra

El ex regidor rememora su mandato ante una rotulación con su nombre

Plaza que será rotulada con el nombre de Alfredo Sánchez Monteseirín.

Plaza que será rotulada con el nombre de Alfredo Sánchez Monteseirín. / Juan Carlos Muñoz

"Pasemos del yo, al nosotros”. Ésta es una frase rotunda pronunciada hace sólo unas semanas por Juan Espadas, el alcalde de Sevilla. Entendiendo, pero extendiendo su significado, hoy quisiera asumirla en otro contexto: la rotulación de una plaza dedicada al alcalde de Sevilla entre 1999 y 2011.

Para quienes hemos tenido la enorme responsabilidad de estar al frente, como cara más visible, de un proyecto político, cultural, social o ciudadano, en general, no resulta fácil atender tan certero aserto: frente al yo, el nosotros. En la sociedad mediática que vivimos, el protagonismo personal resulta una exigencia, una condición sine qua non para el reconocimiento de las tareas públicas o privadas, que se abordan en todos los ámbitos de nuestra vida. Y la política y la gestión pública son una parte sobreexpuesta de nuestra realidad, para bien y para mal, también en esto.

Quisiera, con ocasión de esta circunstancia concreta –con la lección aprendida tras tantos años al servicio de lo público y con una buena dosis de autocrítica por dejarnos llevar– aplicar esos consejos a contracorriente: pasemos del yo, al nosotros. Frente al yo, el nosotros.

Una plaza, entre Triana y la Cartuja, que el Pleno del Ayuntamiento de Sevilla –a propuesta de su alcalde-presidente y casi por unanimidad de los grupos políticos– aprobó rotular con ese nombre individual y que pone en valor un esfuerzo común y una entrega colectiva a

"La plaza pone en valor un proyecto valiente y transformador de la ciudad de Sevilla"

Un periodo fascinante de la vida de nuestra gran urbe, con sus luces y sus sombras, como la vida misma, que fue posible gracias a la contribución, diversa y plural, de muchas personas.

Es una plaza del nosotros, la Plaza Nuestra. De principio a fin. La iniciativa del presidente de la Fundación Ayesa, acogida por el Círculo de Empresarios de Cartuja, apoyada por los secretarios generales y presidentes de las diversas entidades públicas (UGT, CCOO, Cámara de Comercio, Universidad de Sevilla, EEH del CSIC, …) y privadas (Sevilla F.C., Club Antares, …), fue aprobada por el Distrito Triana–Los Remedios (entre otros distritos municipales) y respaldada por muchas empresas afectadas por la nueva rotulación (Torre Sevilla, hoteles, comerciantes locales, etc.).

Y es una plaza del nosotros, la Plaza Nuestra, porque se refiere a una tarea en común de mucha gente valiente y coherente con la construcción de un modelo de ciudad, al que dimos en llamar “la ciudad de las personas”. Y de las fuerzas políticas y administraciones públicas, asociaciones vecinales y gremiales, que con su gestión, su colaboración y sus críticas, sus reivindicaciones y su ayuda, lo hicieron posible.

Toda una generación ciudadana que vivió intensamente muchos momentos de éxitos y de dificultades de todo tipo. Coherente con un modelo de ciudad que –con sus aciertos y sus errores y sin arredrarse– fue capaz de combinar tradición y modernidad, sin tener que renunciar a una por la otra. Nada de lo vivido se hizo destruyendo lo antiguo.

"Todo lo nuevo se erigió sobre lo vacío –o la degradación previa– con valentía y esfuerzo"

La plaza se nos abre a mil metáforas subjetivas. Desde la industria tradicional de la Triana donde vivimos, a la innovación profesional de la Cartuja donde trabajamos. De la Vega de nuestro nacer a la Cornisa de nuestra madurez. De ese Sancho pragmático de Torre Triana al Quijote audaz de su Torre Sevilla. Del Fórum que trajimos a la Navegación que conmemoramos. De las Riberas de la Expo que ganamos al Parque de los Descubrimientos que vivimos. De puente a puente, de Cachorro a Patrocinio. De río vivo a río urbano. De la Puerta de Triana al Puerto de Sevilla. Encrucijada hacia la Macarena de nuestra niñez, la Santa Catalina de nuestro colegio. El Cerro de nuestra primera juventud… Pero volvamos al nosotros.

Dicen que el honor es la poesía del deber, porque hace hermoso aquello que uno está obligado realizar. Que este honor recaiga sobre quienes respaldaron nuestras propuestas en el templo de la democracia ciudadana: sobre mi partido, el PSOE, y los que compartieron con nosotros las responsabilidades como socios de gobierno. Sobre los que han participado desde distintas posiciones, venciendo prejuicios y temores, con altura de miras. Superando incomprensiones iniciales y a veces el lógico y sincero escepticismo. Y sobre los que las criticaron honestamente.

Sobre los que no se achantaron ante los problemas, las complicaciones o nuestros errores, sino que se crecieron ante las dificultades, sin arrugarse ante nada. Y también, ¿por qué no?, a los que dejaron pasar el tiempo que les pareció necesario para vencer los temores al cambio o la desconfianza hacia quienes lo impulsábamos según nuestro leal saber y entender.

"Que este honor recaiga sobre quienes respaldaron nuestras propuestas en el templo de la democracia ciudadana"

La plaza del nosotros, la plaza nuestra. En la ciudad de Chaves Nogales que “siempre es bella porque siempre es nueva”. En la ciudad según María Zambrano “que encierra una exigencia constante y a la par una dádiva, un don de esos que obliga al que lo recibe sin que él se dé cuenta o sin que sea necesario que se dé cuenta. La que más se acerca a la persona, o al modo de la persona, en la vida histórica...”

Y lo que ahora verdaderamente importa: estemos seguros de que, cuando vamos saliendo de una enorme crisis sanitaria y económica que nos ha azotado sin piedad, Sevilla volverá a edificar, sobre buenos cimientos, la alta torre del progreso económico, la cohesión social, el desarrollo sostenible que acaricie, que rasque los cielos de la modernización, la solidaridad y la cultura propia. Con la apertura de miras de una ciudad universal. ¡Sevilla con sevillanos, de aquí y de allá, qué maravilla!

Gracias en nombre del nosotros a todos vosotros. Y vosotras. En fin, que ¡va por ustedes!

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