Aguadulce, un paseo por el pueblo que nació del huerto
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Itinerarios. La localidad de la campiña sevillana ofrece una curiosa ruta por las huertas que flanquean su casco urbano, con un centro de interpretación dedicado a su conocimento
Equidistante de las dos grandes capitales andaluzas, Sevilla y Málaga, Aguadulce se asienta en un terreno llano, de práctica horizontalidad, y de fértiles atributos íntimamente ligados al nacimiento de este coqueto núcleo urbano.
A las bondades de sus recursos hídricos, se suma esta riqueza natural de sus tierras, la que atrajo que ancestros pobladores desarrollaran las conocidas huertas de Aguadulce, hoy día principal reclamo turístico de esta localidad de la campiña sevillana, flaqueada por dos de los destinos más turísticos de la provincia, Osuna y Estepa.
Su topónimo, heredado del árab Al-wad-ul, traducido como Río Bueno, derivó en el actual Aguadulce, atractivo nomenclátor para una llanura que ocupa los terrenos descendentes de las sierras de Estepa y Yeguas.
Referidas las huertas, encontamos en ellas a la principal seña de identidad aguadulceña, siendo tanta la incidencia que posee en la raíz local que sus habitantes han ganado el gentilio de panciverdes, sobrenombre dado a los vecinos de aquellas localidades donde el cultivo de huertas es de gran arraigo e importancia. Basta con otear el horizonte desde la elevación del campanario de la iglesia, para presenciar un crisol de radiantes verdes. El verde de pequeñas huertas florencientes, principalmente habas, alcachofas y lechugas. Estas huertas pueden disfrutarse a través de una deliciosa ruta turística que visita más de 30 huertos, y que además nos alecciona sobre ellas en el Centro de Interpretación de las Huertas, inaugurado en 2010.
La iglesia, dedicada a la advocación de San Bartolomé, Patrón de Aguadulce, se alza como construcción de mayor valor patrimonial. Este templo data del siglo XVII, fecha en que el municipio adquiere personalidad propia al separarse del marquesado de Estepa. En sus orígenes contaba con una sola nave a la que se le fueron adosando las naves laterales, capillas y otras dependencias. Además, está acompañada por una características torre, de planta cuadrada. El campanario de esta torre, antaño, funcionaba como aviso de emergencia, cuando los bandoleros bajaban de las cercanas sierras para adentrarse en la localidad. Hoy en día siguen contándose leyendas en Aguadulce sobre las andanzas de ElPernales, Juan Caballero o Pasos Largos, conocidos bandoleros andaluces.
Entre las fiestas populares del municipio, es de obligada referencia la Semana Santa, amén del Carnaval y la Romería de San José Obrero. No obstante, vamos a hacer incapié en la festividad aguadulceña por antonomasia, San Bartolomé, celebrado cada 24 de agosto. Las fiestas en honor al patrón concentran en las baldosas de la calle principal a cientos y cientos de lugareños y visitantes que acompañan al Santo en su recorrido procesional, agradeciéndole así los favores otorgados. Las velas inundan de cálida luz un recorrido religioso, que como toda fiesta local de verano deriva en alegría y jolgorio vecinal en la feria que se organiza bajo este motivo.
El verano es una de las épocas en la que el municipio goza de mayor actividad turística. El flamenco es otro de los señuelos para la captación de visitantes al pueblo. El Festival Flamenco de Aguadulce regala cante, toque y baile en el mes de agosto.
En toda recomendación turística que se precie no se puede obviar una sugerencia al paladar. En términos gastronómicos, Aguadulce presenta platos típicos de clara influencia hortelana, con ingredientes nacidos en la ribera del Arroyo, en esas huertas que dan fama al pueblo. Es el caso del arroz con habas o el salmorejo frito. El pan de higo o los orejones son la propuesta de dulces típicos, que también incide en el mantecado, reflejo de su relación y antigua unión a la localidad vecina de Estepa.
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