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El Chaparro de la Vega de Coripe busca apoyos para ser el Árbol Europeo del Año

El Chaparro de la Vega de Coripe

El Chaparro de la Vega de Coripe

El Chaparro de la Vega, una encina que crece en la Vía Verde de la Sierra de Coripe desde hace unos 400 años aproximadamente, compite como candidato por España para ser designada Árbol Europeo del Año, y, a una semana de que acabe el plazo de votaciones, intenta remontar desde su actual séptima posición en esta competición (se puede votar desde aquí).

El pasado diciembre, El Chaparro de la Vega fue elegido como el árbol más bonito de España en el último concurso que organizado anualmente por la ONG Bosques sin Fronteras y ahora puja por ser el árbol del año del Viejo Continente.

Esta encina (Quercus Ilex) de unos doce metros de alto, con un perímetro aproximado de siete metros y diámetro de copa de 28 metros es muy "respetada" por los vecinos de la localidad sevillana, con una gran despoblación, ha explicado Susana Domínguez Lerena, presidenta de Bosques Sin Fronteras, entidad que promueve la candidatura.

El Chaparro de la Vega de Coripe fue el pasado ejercicio el candidato más votado en España en un concurso al que se presentaron diez ejemplares, y tras lograr 3.715 votos, por delante del Ciprés de los Pantanos del Parque de María Luisa de Sevilla y del Cedro del Himalaya del zoo de Jerez de la Frontera.

Vista aérea del Chaparro de la Vega Vista aérea del Chaparro de la Vega

Vista aérea del Chaparro de la Vega

Es un "monumento natural único, la joya de la corona" del bosque mediterráneo ubicado cerca del río Gualdalporcún, en la sierra de Coripe, y una de las encinas "más monumentales" en suelo español, que está entre las "cinco o seis más grandes" de España y que fue declarado Monumento Natural en 2001.

Los vecinos necesitan "el apoyo" para la localidad y para su encina, que según estimaciones podría tener hasta 400 años, un cálculo que en el caso de este ejemplar se hace "difícil" por estar "hueca por dentro", una característica que la haría más espectacular, ha destacado la presidenta de Bosque Sin Fronteras.

Domínguez ha valorado que se trate de un árbol que aguanta muy bien los cambios por sequías, ya que las encinas tienen una capacidad muy alta de mantenimiento de su sistema radicular que es "muy profundo" y les permite sacar agua en "profundidades elevadas".

Además, son capaces de "aguantar muchísimos embates. Como este ejemplar, que está expuesta a muchísimo viento y a los impactos climáticos en mitad justo de un valle", ha añadido.

Según Domínguez, su edad se ha calculado según estimaciones, analizando la forma de la encina, su estructura y crecimientos y el estado en el que se encuentra, siendo una tarea más difícil que en otras especies porque con el paso de los años pueden están huecas y "no se puede sacar muestras de la madera para el cálculo".

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