UEFA Europa League

Rangers - Betis: Pellegrini se hiela en el mar del Norte (1-0)

  • El equipo verdiblanco cae devorado por el mayor ánimo de un Rangers que estuvo a sus pies en una buena pero roma primera parte

  • El chileno tardó en hacer los cambios y sólo con Rodri buscó una reacción ya estéril

Los jugadores del Rangers celebran el 1-0, obra de Sima.

Los jugadores del Rangers celebran el 1-0, obra de Sima. / Robert Perry /Efe

El Betis recibió un duro castigo en su estreno europeo a manos de un rival con experiencia que, de estar aparentemente superado, emergió para dejar helado al equipo de Pellegrini, quien dejó señalado su crédito por segunda vez en cinco días después de haber hecho aguas ante el Barcelona el pasado sábado.

Los heliopolitanos, que se complican el pase por sus propios errores, dominaron al Rangers en una buena fase del partido, pero ni tuvieron determinación para seguir acosando a un rival que casi regalaba el balón en cada presión, ni solvencia para sacudirse la exhibición de fútbol británico con la que la escuadra escocesa logró su objetivo, dejar los tres puntos en Ibrox Park, un escenario con tanta historia como aroma a fútbol de verdad.

Y ahí no fue el Betis a lo que pedía la cita. Pellegrini reaccionó tarde. Rodri mejoró claramente a los de Los Bermejales, pero cuando ya estaba todo, si no imposíble, sí tremendamente difícili

Al bético el aire del mar del Norte le traía susurros de una historia abrigada con esa señera tela a cuadros escoceses. De Glasgow cuentan que llegó la zamarra a rayas verdes y blancas que los católicos irlandeses vistieron y viajó en barco hasta el puerto hispalense. El Rangers está en el rincón contrario del cuadrilátero de la historia de una rivalidad mimética con la de Sevilla. Celtic y Rangers, católicos y protestantes con un balón por medio.

Los 500 béticos que osaban lucir esos colores malditos en Ibrox Park se preparaban para disfrutar un partido con sabor a gaitas y que recordaba a aquella selección escocesa que caía ante Brasil en el Villamarín en el Mundial 82. Archibald, Gordon Strachan, Kenny Dalglish o McLeish escribían la historia también en la pradera de Heliópolis, de donde llegaba la tropa de Pellegrini.

Abde, el faro

Y con esa vestimenta verdiblanca que tanto impone en Ibrox Park, el Betis llegó a gustarse en una primera mitad que no empezó bien pero que, en la globalidad, discurrió en los pies de Abde, el hombre más escurridizo para el encorsetado fútbol escocés. No obstante, el primer susto fue para Claudio Bravo, recuperado a tiempo y que tapó una inexplicable aparición en solitario de Matondo, un jugador tan tápido como impreciso que a los cinco minutos ya le había cogido la espalda a Bellerín.

Los jugadores del equipo escocés, no acostumbrados al abuso del pase al pie, tardaron en cogerle el aire al partido que proponía el Betis. Abrió Pellegrini las bandas y por ahí hizo daño al Rangers. Y por ahí, sobre todo en la izquierda, creció una ardilla como Abde que saltaba de rama en rama. El marroquí encontraba los huecos atacando el intervalo, es decir, entre lateral y central de la zaga británica. Tras una gran asistencia de Borja Iglesias probaba por primera vez a Butland, el meta local. El sistema defensivo escocés hacía aguas en esa fase, como el hielo derretido en un buen whiski. Isco se llenó de balón en una buena acción de Bellerín en el costado contrario de un Abde empeñado en coronarse en la capital escocesa. En cinco minutos volvía a aparecer, indetectable, un par de veces tras un gran pase de Marc Roca y en un robo cuya finalización le pilló muy escorado.

El Rangers estaba en esa fase superado, pero acabarían los glaswegians acelerando ante el paso atrás del Betis en la recta final de la primera mitad y, sobre todo, transicionando con peligro a las espaldas de Bellerín con un Matondo haciendo pedir aspirinas a los defensas verdiblancos y ofreciendo un aperitivo de lo que iba a venir después del descanso.

Salvado por los postes 

Porque el Betis ya estaba con el norte perdido. Había entregado el mando del partido y el timón de la nave era propiedad ya entonces de los azules. En seis minutos, del 50 al 55, tuvo el Rangers tres acciones con las que metió de verdad miedo a su invitado, dos de ellas con el balón estrellándose en la madera. La cosa se ponía seria, debía pensar Claudio Bravo y, cómo no, Pellegrini.

Un centro de Sima desde la derecha, donde Abner empezaba a dar muestras de flaquear, era rematado a bocajarro por Matondo en el área chica. Después Lawrence enganchaba un derechazo que daba en el poste y el larguero era el destino de una falta lanzada por el croata Barisic, una arriesgada maniobra de Bartra que quedó en amarilla pero que podía haber acabado en cualquier cosa.

El Betis estaba claramente fuera ya. A Pellegrini se le pedía a gritos algún movimiento para que aquello no se fuera definitivamente a pique, situación que llegaría antes de la barrera del minuto setenta, cuando tras varios rebotes en un córner el balón acababa en la portería de Bravo. El chileno la paró como pudo tras el primer remate de Roofe, pero los dos siguientes eran incontrolables. El definitivo fue de Sima, que castigaba la falta de ambición de los heliopolitanos.

Era tarde para buscar soluciones y el Betis llegaría a mejorar con el triple cambio de Pellegrini sacando a Willian José, Ayoze y Rodri. El extremeño lideró la reacción verdiblanca, pero era tarde, irremediablemente tarde. De sus botas, aparte de que logró que el Betis recuperara el balón, salieron las ocasiones que más se acercaron al empate. Primero con un tiro raso que sacaba Butland junto al palo, y después con un zurdazo que buscaba la escuadra y que el meta local también repelía provocando la explosión jubilosa de la grada.

Todo lo demás fue una tímida exposición de impotencia. Algún remate de Willian José, el debut a la desesperada de Assane, que hizo sus pinitos con meritorias conducciones, pero nada que evitara lo que ya estaba escrito de antemano. El patinazo se confirmaba junto al mar del Norte. El segundo en cinco días. Ojo.

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