Un punta más y Lo Celso por esos dos interiores que se suelen quedar en tierra de nadie, Inui y Boudebouz. Con eso, el plan de Quique Setien, siempre audaz pero pocas veces profundo, sí que se afiló de verdad en el escenario más oportuno. San Siro, nada menos, con toda su mística. La disertación del Betis en los primeros 70-75 minutos queda para la historia. Levantó un tsunami de alegría en su afición, tres puntos que lo colocan líder de su grupo y una bocanada de crédito para el entrenador cántabro.
Defensa
El Betis salió dispuesto a hostigar lo más arriba. Y lo hizo con éxito. El Milan trató de iniciar el juego en corto, con Reina asumiendo unos riesgos que muy pronto le sirvieron una clarísima ocasión a Sanabria, y los verdiblancos fueron sin dudarlo a provocar el error atrás.
Esa actitud valiente tuvo evidentes réditos defensivos. Los tres centrales tiraron la línea lejos de Pau López y neutralizaron a Higuaín hasta el último minuto de la primera parte, en el que se coló a la espalda de Bartra. Mandi, rapidísimo como toda la temporada, le metió el cuerpo lo justo para obstaculizar su remate. El central argelino y Sidnei se manejan con comodidad abiertos a la cal y sujetaron sin inquietud a Borini y Samu Castillejo, respectivamente, lo que facilitó que Barragán y Júnior estuvieran muy atentos a desdoblarse en ataque. Hasta el 0-1, los conatos de fuego llegaron por alguna pérdida de William Carvalho y la proyección de Bonaventura.
Ataque
Esa actitud audaz hizo que el Betis jugara con seis piezas ofensivas que sí que dieron profundidad a la elevada posesión: los dos puntas, los dos interiores y los dos laterales, que esta vez irrumpieron desde atrás, no en estático.
Virtudes
Lo Celso fue la catapulta para el juego de toque. Todo se afiló.
Talón de Aquiles
Ese paso atrás del tramo final.
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