Barcelona-Betis

El Betis ni podía ni lo dejaron tampoco (4-0)

  • La exagerada expulsión de Édgar en el minuto 33 por doble tarjeta amarilla acabó de forma precipitada con todas las opciones verdiblancas en el Camp Nou

  • El Barcelona se había adelantado en el minuto 14 con demasiada facilidad

  • Así le hemos contado el Barcelona-Betis

Del Cerro Grande le muestra la tarjeta roja a Édgar ante el lamento de Canales,

Del Cerro Grande le muestra la tarjeta roja a Édgar ante el lamento de Canales, / Toni Albir (Efe)

Mala noche para el Betis de Manuel Pellegrini en el Spotify Camp Nou. Los verdiblancos ni pudieron ni lo dejaron pelear por la posibilidad de sorprender al líder Barcelona y acabaron sucumbiendo a merced de lo que quisieran hacer Lewandowski y compañía con una sensación de impotencia insoportable. En la disección del encuentro, de cualquier forma, tiene una trascendencia importantísima la doble tarjeta amarilla que vio Édgar poco después de la media hora de juego.

Porque no se puede disociar una amonestación de otra y lo que resulta increíble es la concepción futbolística tan pueril que puede llegar a tener un ayudante del árbitro principal. Porque Del Cerro Grande no había considerado digna de una expulsión la segunda entrada del gigante verdiblanco a Pedri, entre otras cosas porque seguro que recordaba que la primera acción no había sido merecedora de semejante castigo. Édgar tocó el balón y no debió haber sido sancionado ni siquiera como falta, pero ese error ya condicionó al resto, dado que se observa que uno de sus ayudantes sí le aconseja por el pinganillo que muestre la cartulina, que era la segunda, en la falta a Pedri.

Sea por una causa o por otra, lo cierto es que un equipo no se puede quedar con diez jugadores en el minuto 33 por semejantes menudencias y el Betis lo iba a sufrir cuando estaba en la labor de reaccionar para tratar de ponerle las cosas difíciles a un Barcelona que se había puesto por delante muy pronto y también con demasiada comodidad, dicho sea, con toda justicia en estos juicios valorativos sobre la acción que iba a acabar de rematarlo todo.

Antes de esa roja a Édgar habían sucedido también cosas y pocas habían sido buenas para los intereses de un Betis que había saltado al coliseo azulgrana con una alineación osada y ofensiva, con Canales casi como segundo delantero muy cerca de Willian José y con William Carvalho en el doble pivote con Guido Rodríguez para que las bandas correspondieran a Luiz Henrique y Ayoze. Pero el planteamiento de Pellegrini iba a comenzar a resquebrajarse cuando el músculo de Luiz Felipe no aguantó un esprint hacia atrás para cerrar.

El italo-brasileño tuvo que marcharse del campo demasiado rápido y su lugar fue ocupado por un Édgar sin tiempo apenas para calentar su gran corpulencia. Y lo que vino después tal vez tuviera un poco que ver con ello, aunque quien estaba más cerca de la acción fue un Pezzella que se vio desbordado por la llegada de los dos centrales rivales al magnífico centro de Raphinha. Sólo se habían contabilizado 14 minutos en el electrónico y ya comenzaba a pintar la cosa fea para los intereses del club radicado en el sevillanísimo barrio de Heliópolis.

Pero el Betis fue capaz de reponerse a ese primer rejón de castigo anotado por Christensen. Los verdiblancos, incluso, llegaron un par de veces por el costado izquierdo con centros de Miranda. En la primera no llegó al remate Canales; en la segunda Luiz Henrique no estuvo preciso en un remate que, cierto es, estaba cargado de dificultad. El tercer, y último, intento antes de la debacle le correspondió a Willian José después de una buena presión adelantada de todos sus compañeros. El delantero centro elegido esta vez por Pellegrini tal vez se precipitó con su disparo rápido y por ahí se esfumó una buena posibilidad.

Fue la acción anterior a la segunda cartulina amarilla que vio Édgar, quien quizá se pasó de frenada en esa jugada, pero es que estaba tan reciente la injusticia de la primera que parecía imposible que pudiera acabar aquello con el gigante en los vestuarios de manera precipitada. Los béticos mostraban colectivamente signos de incredulidad, pero lo que les llegaría después sería un duro castigo.

Tanto que en un abrir y cerrar de ojos, con Guido Rodríguez como improvisado central para acompañar a su compatriota Pezzella, caerían los dos goles definitivos para el equipo que va a ser el inminente campeón de la Liga. Ambos rozaron el fuera de juego, el segundo más que el primero, tanto que fue revisado durante dos o tres minutos en la sala del VAR para validarle la irrupción a Raphinha en el preciso pase de Busquets. Antes sí había habilitado Pezzella a Koundé para que éste le diera el 2-0 en bandeja a Lewandowski.

El Betis estaba más que noqueado y sólo cabía pensar en que el daño ya no se convirtiera en lacerante. Pellegrini iba a sacar del campo a Luiz Henrique para taponar con Paul, que era quien se convertía en el cuarto central del perfil izquierdo que los béticos ponían sobre el campo en esta lluviosa noche en Barcelona. Pero todo iba a ser aún peor cuando la rodilla de Joaquín también se resintió en una jugada con Koundé. El capitán no pudo seguir y su equipo se quedó con nueve en el minuto 80.

Los hombres de Pellegrini, ya sin Joaquín, iban a recibir un gol más en balón desviado por Guido Rodríguez. Antes Miranda tuvo una llegada franca, pero ya era imposible. El Betis no había podido desde el principio, pero tampoco lo dejó el supuesto encargado de impartir la justicia que se metiera en la batalla. En fin, otra más en este fútbol tan amante de lo vacuo.

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