Falta de virilidad y mucho teatro
Desde mi córner
Están manoseando el fútbol tanto que cada vez se parece menos al que un día nos ganó
DEMASIADAS son las tribulaciones que suelen obstaculizar el camino del Betis. Cuando el curso discurría bonancible en el apartado disciplinario, la racha se quebró en un rodeo que auguraba buenas perspectivas al poco de empezar. Ni siquiera había discurrido un tercio de partido cuando una falta de las de siempre, cuando el fútbol no era lo que hoy es, era sancionada con una rigurosidad claramente desproporcionada y a partir de ahí...
A partir de ahí se le daban armas que el colista desconocía para que el Betis se viese obligado a remar aguas arriba. No sabemos qué camino lleva este fútbol cada día más afeminado y tramposo en el que veintidós comediantes no dejan de hacer teatro en cada duelo. Un fútbol en el que cualquier manotazo al pecho se cambia por un uppercut al rostro para irse ipso facto a la lona. Más todavía, cuando cualquier pisotón se exagera hasta el punto de dar impresión de fractura o similar.
Es un fútbol que no tiene nada que ver con la lección de virilidad que siempre fue un once hombres contra otros once disputando la posesión de un balón. Es un fútbol distinto que se libra con arbitrajes arbitrarios a más no poder porque esa es otra. Los árbitros de hoy se han acomodado con la presencia del VAR y raro es el que, como el de Almería, se arriesga a juzgar y no como el de un rato después en Nervión plegándose a lo que el VAR decía de un lance que él vio mejor, o sea.
Cada partido que pasa abomino algo del fútbol que nos han traído y en el que hay que esperar un rato para festejar un gol. Y peor aún es cómo lo manosean, de qué forma lo sacan de contexto y cómo lo están dejando. Proliferan los enemigos, mayormente esos que predican el afán de mejorarlo cuando lo único que están consiguiendo es que el juguete cada día se parezca menos al que nos enamoró desde el primer día que empezamos a usar el ya inusual sentido de la razón.
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