Con mejor resultado que fútbol, el Betis daba un gran paso para que la Cartuja no sea sólo sueño el 23-A. Dos genialidades le sirvieron para derrotar a un rival que puso cuanto tiene para complicarle la vida. Los goles de Borja y de Carvalho fueron, con mucho, lo mejor del equipo, que se vio superado con bastante frecuencia por un rival muy inferior, mayormente en la disputa de balones divididos, pero bien está lo que bien acaba, aunque hay rabo por desollar.

Todo arranca de muy mala manera, pues antes de romper a sudar se produce una desaplicación mancomunada del sistema defensivo para que el Betis vaya perdiendo desde antes, casi, de arrancar esta semifinal. Es un Betis que no se agarra al piso y que se ve incomodado por la velocidad y pegajosidad del Rayo. Sobre todo William Carvalho tarda en en encontrarse y la noche pinta regular para los de Pellegrini, pero el que tiene el duro lo cambia y antes de la media hora todo se encarrila.

Es el minuto 26 cuando Borja Iglesias se saca un conejo de la bocamanga con un jugadón que culmina en el empate. Son los mejores minutos de un Betis movido por Fekir y que se reencuentra con William Carvalho, Juanmi hace un vicegol y al descanso se llega con el convencimiento de que en esta eliminatoria no se admiten regalos y que para que los pronósticos se cumplan ha de emplearse el Betis con más convencimiento en cuanto hace, abstracción del ilógico estado del terreno incluida.

Tras el descanso se emplea el Rayo con su talante habitual y le gana al Betis la batalla por el centro del campo. Surge imperial Rui Silva en el juego aéreo, pero el Rayo lucha por recuperar la ventaja y en esto surge la joya de Carvalho. El luso telegrafía y realiza un caño descomunal para dar un pase a la red. Todo parece consumado, pero los de Iraola son complicados de pelar, Rui salva la noche y todo llega a su fin con la sensación de que mal le han de ir las cosas para que el Betis no esté en la Cartuja.