Real Betis

La seducción de la marca Betis

  • El club vive un proceso inverso al común: el progreso institucional es el motor que trata de impulsar al balón 

  • Aleñá, último atraído por la potencialidad deportiva

Carles Aleñá colisiona con Lautaro Martínez en el reciente Inter-Barcelona.

Carles Aleñá colisiona con Lautaro Martínez en el reciente Inter-Barcelona. / Matteo Bazzi / Efe

Lo ordinario en el mundo del fútbol es que el éxito deportivo obre como una eficaz levadura para que el club aumente su dimensión a todos los niveles, también el social y el económico. Pero consabido es que el Real Betis Balompié no es un club ordinario. Y quizás por ello, la entidad heliopolitana vive, o más bien disfruta, un proceso inverso: es su evidente crecimiento extradeportivo el que obra de impulsor para que el balón entre de una vez en las redes que el beticismo sueña.

No hay más que ver la nómina de jugadores que han atendido la llamada bética en los últimos años, con Lorenzo Serra al otro lado del hilo o ya sin el balear al frente de la secretaría técnica, como sucede desde junio pasado. También con José Miguel López Catalán al mando de la parcela técnica el Betis seduce. Y lo hace por su progreso social –el que sugiere un potencial progreso deportivo–, y, claro está, por su progreso económico: si Catalán convenció a Fekir el verano pasado también fue porque la entidad ya tiene músculo para pagarle al campeón del mundo la ficha de 3,5 millones de euros netos (unos 7 brutos) durante sus cinco años de contrato. Por algo el club ha quintuplicado su cifra de negocio en el último lustro.

El último caso ha sido el de Carles Aleñá, cuya cesión al Betis hasta junio próximo es un hecho, a falta de oficialidad, para convertirse así en el primer refuerzo invernal de los verdiblancos. El centrocampista del Barcelona ha podido elegir otro destino con más empaque deportivo para exprimir a tope su cesión en estos cinco meses de competición que le queda a la temporada. Pero apuesta por el verde y el blanco del Betis, hoy decimosegundo en la tabla de Primera y con una desventaja de siete puntos ante el sexto que lo obligará a una gran remontada en la segunda vuelta, sobre todo por el número de rivales que hay de por medio.

Curiosamente, el pretendiente más sólido que ha litigado con el Betis por Aleñá es precisamente quien detenta hoy esa sexta plaza que debe ser referencia para el Betis, el Getafe. Y ni esa posición de privilegio de los madrileños, ni otro factor de tanto peso como es el frente europeo que disfrutan los azulones, que jugarán una glamourosa eliminatoria de dieciseisavos de final de la Liga Europa ante el Ajax, han convencido a Aleñá de girar su foco del sur de Sevilla hacia el sur de Madrid. Que su amigo Cucurella triunfe a los mandos de Pepe Bordalás tampoco acabó de seducir a Aleñá.

Y es que la comparación del Getafe como club con el Betis se derrumba por su propio peso. Los jugadores se sienten atraídos por la potencialidad de la entidad heliopolitana y quieren hacerse partícipes del reto de ponerlo deportivamente en el estrato lógico a su dimensión como club.

Valgan algunos apuntes para ilustrarlo: el Betis cuenta hoy con una masa de 55.809 socios, los máximos a los que puede aspirar atendiendo a sus límites; la pasada temporada, el estadio Benito Villamarín arrojó una media de 44.525 espectadores, la cuarta de España por detrás de Camp Nou (76.051), Bernabéu (61.020) y Metropolitano (56.216) y muy por delante del quinto, San Mamés (40.654). Jugar un partido ordinario de Liga en Heliópolis es, de salida, una animada y colorista fiesta para sus jugadores.

Y lógicamente, la tendencia de que lleguen jugadores de cierto prestigio –Bartra en invierno de 2018, Canales, Lo Celso o William Carvalho en el verano de ese año, o el referido Fekir hace unos meses– no hace sino potenciar que otros profesionales de prestigioso palmarés se convenzan de tomar el mismo camino.

Aleñá arribará a la casa bética en calidad de cedido sin opción de compra porque en el Barcelona confían, y mucho, en el crecimiento del centrocampista de 21 años, quien de hecho ha venido contando para Ernesto Valverde hasta el paréntesis navideño: ha jugado en tres de los últimos cuatro partidos de Liga, concretamente ante Mallorca (18’), Real Sociedad (17’) y Alavés, justo antes del parón, partido en el que fue titular, y también actuó de salida en la intrascendente cita final de la fase de grupos de la Liga de Campeones ante el Inter en Milán.

Quiere ello decir que Aleñá cuenta y mucho para el Barcelona. Para Valverde. Y que su juventud y proyección aconsejan el impulso de un equipo donde sea más protagonista. Y Rubi saluda la llegada de un pipiolo que va a aportar sus virtudes –dinamismo, calidad, empuje y llegada– en parcelas adelantadas de la zona ancha.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios