Salud Sin Fronteras
José Martínez Olmos
Los profesionales del mañana
Pensamos que el acto de dormir comienza cuando nos metemos en la cama, pero realmente el cuerpo es más inteligente y, se podrá tener un mejor sueño aplicando buenos habitos desde por la mañana cuando nos despertamos. El médico Rodrigo Artiaga nos explica cuáles son las razones científicas que están detrás.
En primer lugar, la luz del sol que vemos al despertarnos sincroniza nuestro reloj biológico. Esto significa que le dice al cuerpo cuando es de día y de noche. Así se podrá tener energía desde por la mañana. Cuando la luz natural entra por los ojos, llega al hipotálamo del cerebro y, ahí regula dos hormonas claves; el cortisol y la melatonina.
El cortisol, normalmente, sube por la mañana básicamente para darnos claridad y energía. Esto, además, le indica al cuerpo cuando debe producir melatonina, la hormona del sueño, que es varias horas antes de irnos a dormir, en modo de preparación. Así que la mejor opción cuando nos despertemos es abrir las cortinas y salir cinco minutos aproxiamdamente al sol.
Movernos temprano es una opción ejemplar. Esto se debe a que el reloj del cuerpo que se llama ciclo circadiano está formado por otros relojes periféricos que se encuentran en cada uno de los músculos. Cuando estos se activan, aunque sea caminando o haciendo pequeños movimientos, sincroniza el metabolismo, la temperatura y las hormonas de sueño. Otro impulso más para que se tenga energía de día y se pueda descansar de noche.
En último lugar, las conexiones humanas también sincroniza el cuerpo y, por lo tanto, favorece al sueño. Desde hablar hasta reir o abrazar. Esto activa el sistema nervioso y parasimpático que es el encargado de generar tanto la calma como el equilibrio. Así se reduce el cortisol y, por lo tanto, viene muy bien para descansar. Por ello, al final del día, tener una conversación con alguien a quien se quiere o, simplemente, ver algo que nos hace reir ayudará a que el cerebro reciba una orden de que ya está preparado para cerrar el día en calma.
Algunos alimentos también pueden modificar las hormonas y ayudarnos a hacer actividades concretas. Estos tres son perfectos porque ayudan a activar la melatonina, que es la encargada del sueño. Esta se pone en marcha varias horas antes de irnos a dormir, aunque nuestro cuerpo no sea consciente de ello.
Además, se debe cenar ligero y temprano, al menos dos horas antes de ir a la cama. Una digestión pesada arruinará el efecto de la melatonina en nuestro cuerpo, convirtiendo nuestro sueño en una auténtica pesadilla y comenzando el día siguiente sin energía.
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