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Las células satélite son aquellas que se encuentran en el tejido muscular esquelético que se encargan de apoyar y de regenerar las fibras musculares. Se llaman "satélite" porque se encuentran en la periferia de las fibras musculares, es decir, justo debajo de la membrana basal que rodea las células musculares.
Cuando se produce algún tipo de lesión o daño en el músculo, las células satélite se activan y participan en el proceso de su reparación y de su regeneración. Lo hacen mediante la división y diferenciación en células musculares, contribuyendo así al crecimiento y la reparación del tejido muscular.
Cuando se realizan actividades físicas, las células satélite reciben como un "aviso" que les sirve para preparase en caso de que algo salga mal. Esto se consigue porque durante la propia práctica deportiva liberan una mayor cantidad de células satélite en el músculo esquelético de los deportistas.
Esto es especialmente positivo por varios motivos. Por un lado, si la práctica de ejercicio es diaria, contribuye a mantener de manera saludable la masa muscular para toda la vida. Y por otro, sirve de respuesta contra la vejez ya que, con la edad, disminuye la proporción de células satélite disponibles en el organismo.
Se trata de un tipo muy importante de células para el tejido muscular de las personas, ya que probablemente representan la única fuente celular para la regeneración muscular en la adultez, bien sea por heridas, daños, enfermedades o ejercicio físico. Por eso, es importante que se empiece a practicar deporte a edades jóvenes. Esto explicaría la diferencia que existe entre una persona que lleva entrenando desde siempre y otra que empezó relativamente poco tiempo atrás.
Por mucho que ambas tengan el mismo plan de entrenamiento, los resultados no van a ser igual de satisfactorios ya que la persona que empezó temprano con la práctica deportiva tendrá una capacidad proliferativa de células satélite más grande y será capaz de soportar un entrenamiento más pesado, con respecto a la otra que empezó más tarde, debido a que, con el tiempo, la capacidad de regenerar estas células es mucho menor para la que, además, supondrá un sobre entrenamiento.
La hipertrofia se consigue cuando se aumenta cada fibra muscular y crece todo el músculo. Esto es posible por la ingesta de grandes cantidades de proteínas a la vez que se practica un entrenamiento de fuerza.
Cuando se realiza un entrenamiento de resistencia o se somete al músculo a cargas que le generan estrés, se producen pequeñas lesiones en las fibras musculares. Este proceso desencadena una respuesta inflamatoria y activa las células satélite que se encuentran en la periferia de las fibras musculares.
Las células satélite se dividen y se diferencian en mioblastos, que son células inmaduras que tienen el potencial de convertirse en nuevas fibras musculares y que se fusionan con las fibras musculares existentes, aumentando así su tamaño y contribuyendo a la hipertrofia muscular. Además, algunas células satélite pueden autorrenovarse, asegurando la presencia continua de una reserva de células satélite activas para futuras necesidades de reparación y crecimiento muscular.
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