Ni dolor de cabeza, ni fatiga: cinco cambios que se producen en el cerebro con la resaca
Investigación y Tecnología
La pérdida de líquidos afecta al volumen y la presión intracraneal, lo que contribuye al dolor de cabeza característico de la resaca
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La resaca es una respuesta fisiológica compleja al consumo excesivo de alcohol, caracterizada por una serie de síntomas físicos y mentales que pueden durar desde unas horas hasta más de un día. Aunque la mayoría de las personas asocia la resaca con malestares típicos como el dolor de cabeza, las náuseas o la fatiga, en realidad, muchos de los efectos más profundos ocurren en el cerebro.
El etanol que es el principal componente del alcohol altera múltiples sistemas neuroquímicos, afectando a los neurotransmisores, causando inflamación cerebral y equilibrio hormonal. Estos cambios no solo explican el malestar general, sino también las alteraciones en el estado de ánimo, el pensamiento y la coordinación. Veamos cinco modificaciones clave que ocurren en el cerebro durante una resaca, con énfasis en los mecanismos neuroquímicos involucrados.
1. Disminución de los niveles de serotonina y dopamina
Durante el consumo de alcohol, se produce un aumento temporal en los niveles de dopamina y serotonina, lo que genera sensaciones de euforia y desinhibición. Sin embargo, al desaparecer el efecto del alcohol, el cerebro entra en una fase de "rebote" donde estos neurotransmisores disminuyen bruscamente. Esta caída está relacionada con síntomas de depresión, irritabilidad y apatía que muchas personas experimentan durante una resaca. Además, el desequilibrio en estos sistemas afecta a la motivación, al sueño y a la percepción emocional.
2. Activación del sistema glutamatérgico y disminución del GABA
El alcohol potencia la acción del GABA (ácido gamma-aminobutírico), el principal neurotransmisor inhibidor del cerebro y suprime el glutamato, el principal excitador. Esta combinación produce relajación y somnolencia. Sin embargo, cuando el alcohol desaparece, ocurre el efecto contrario, es decir, que disminuye el GABA y se produce una sobrecompensación en la liberación de glutamato, lo que genera un estado de hiperexcitabilidad neuronal. Esta alteración contribuye a la ansiedad, a la dificultad para concentrarse, al insomnio y, en casos severos, a temblores o convulsiones leves.
"La resaca no es simplemente una 'mala noche', sino una compleja respuesta neuroquímica del cerebro a los efectos tóxicos del alcohol"
3. Estrés oxidativo e inflamación cerebral
El metabolismo del alcohol genera acetaldehído, un compuesto altamente tóxico para las células, especialmente las neuronas. Este metabolito promueve la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que da lugar a estrés oxidativo y daño celular. Además, el alcohol activa la microglía, células inmunológicas del sistema nervioso central, provocando una respuesta inflamatoria que afecta el rendimiento cognitivo y genera sensación de "niebla mental" (brain fog) durante la resaca.
4. Disminución de la vasopresina y deshidratación cerebral
El alcohol inhibe la secreción de vasopresina (hormona antidiurética), lo que incrementa la producción de orina y provoca deshidratación. Esta pérdida de líquidos afecta al volumen y la presión intracraneal, lo que contribuye al dolor de cabeza característico de la resaca. La deshidratación cerebral también afecta la transmisión sináptica y puede intensificar la fatiga mental y física.
5. Alteración del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA)
El alcohol estimula inicialmente el eje HHA, elevando los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés. Sin embargo, al cesar el consumo, se produce una desregulación en este sistema, con variantes anormales del cortisol que afectan a nuestro estado de ánimo, a nuestro sistema inmunológico y a nuestro metabolismo. Esta alteración se manifiesta en sensación de agotamiento, debilidad emocional y, en algunos casos, una vulnerabilidad temporal al estrés.
La resaca no es simplemente una "mala noche", sino una compleja respuesta neuroquímica del cerebro a los efectos tóxicos del alcohol. Desde desequilibrios en neurotransmisores hasta inflamación y estrés oxidativo, cada uno de estos cambios contribuye al malestar general y al deterioro cognitivo que experimentamos al día siguiente. Comprender estos mecanismos puede ayudarnos a ser más conscientes de las consecuencias de su excesivo consumo y, por lo tanto, a la hora de tomar decisiones respecto a lo que nuestra salud cerebral se refiere.
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