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La vuelta al cole no solo implica la vuelta a la rutina sino a enfrentarse a ciertas cosas como a los temidos piojos, esos pequeños insectos parásitos que viven en el cabello de las personas y de otros animales, alimentándose de la sangre y causando picazón e irritación en la piel. El cuero cabelludo es el ambiente perfecto para que los piojos se desarrollen ya que necesitan un ambiente cálido y húmedo, con fácil acceso a la sangre para poder sobrevivir.
Sin embargo, no siempre se contagian todas las personas porque ni los adultos suelen tener los piojos, ni todos los niños tampoco incluso cuando están en el mismo entorno. ¿De qué depende, entonces, que unas personas sean más propensas que otras a tener piojos?
Un mito que suele circular con bastante frecuencia es que los piojos prefieren ciertos tipos de pelo o cuero cabelludo según la limpieza o la falta de ella. Sin embargo, los piojos no tienen preferencia por el cabello limpio o sucio, sino que el factor determinante para la transmisión es el contacto con una persona con piojos, pero no porque salten de una cabeza a otra, ya que se desplazan caminando y no saltando, sino que ese contacto estrecho se debe a compartir objetos personales.
El PH de la piel también influye en la manera de reproducción de los piojos y las liendres. Cuanto más ácido sea el PH, más rápida será la propagación de los piojos. Por eso es importante mantener el PH en su punto de acidez, por ejemplo con el uso de un buen champú. Así que la explicación de por qué algunos niños parecen ser más propensos a tener piojos que otros se relaciona también con la estructura del cabello. Por ejemplo, los niños con el pelo más fino o con menos oleosidad en el cuero cabelludo pueden ser más susceptibles al contagio. El pelo liso también facilita que los piojos se muevan más fácilmente, mientras que el pelo muy rizado podría dificultar su movilidad. Además, la tendencia a compartir objetos personales o a estar en contacto cercano con otros niños aumentan las posibilidades de tener piojos.
Otro factor que podría influir es la respuesta inmunológica del niño. Aunque los piojos no transmiten enfermedades, su saliva puede desencadenar una respuesta inmunológica en el huésped que provoca picazón e inflamación. De esta forma, hay personas que notan antes la presencia de piojos y hay otras que aun estado contagiadas no se percatan del problema.
El cuero cabelludo de los niños ofrece las condiciones perfectas para que los piojos se instalen ahí. Debido a la densidad y al tipo de pelo que tienen, ya que suelen tener el cabello más fino y suave, las liendres (que son los huevos de los piojos) se fijan con mayor facilidad en la base del cabello, cerca del cuero cabelludo, encontrando en este lugar un entorno protegido donde poder desarrollarse de manera segura.
Esto no suele pasar con los adultos quienes al tener el pelo más grueso y grasoso dificulta la tarea de las liedres y eso explicaría por qué los niños son más propensos que los adultos a tener piojos, pero no es la única razón que lo justifica.
En primer lugar, tiene que ver la interacción social, es decir, los niños pequeños suelen tener un contacto más estrecho con otros niños, sobre todo, en la escuela o en la guardería: juegan juntos, se abrazan y no tienen reparos en compartir objetos personales, por lo que facilitan el camino de transición de los piojos de una cabeza a otra. Por su parte, los adultos, especialmente fuera del núcleo familiar, suelen mantener más distancia física en sus interacciones sociales, por lo que se reducen las oportunidades de contagio.
Otro factor que contribuye a la prevalencia de piojos en niños y no tanto en los adultos está relacionado con las diferencias en la higiene capilar. Aunque los piojos no hacen distinción entre mayor o menor higiene personal, el uso frecuente de acondicionadores y otros productos crea una barrera física en los adultos que dificulta que los piojos se adhieran al pelo. Además, el aumento en la producción de sebo en su cuero cabelludo crea un ambiente menos favorable para que los piojos se fijen y se alimenten. Eso no quita que el adulto que tiene contacto cercano con un niño con piojos, sobre todo si se encuentra bajo el mismo núcleo familiar, se contagie.
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