La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, muchas personas buscan formas de mantenerse en forma y lucir su mejor aspecto. Es durante esta temporada cuando surgen las dietas populares en verano, una variedad de enfoques alimenticios que prometen resultados rápidos para lograr el cuerpo deseado antes de las vacaciones en la playa o las actividades al aire libre. Estas dietas a menudo se centran en el consumo de alimentos específicos, prometen una pérdida de peso rápida o una desintoxicación del cuerpo. Sin embargo, es esencial abordar estas dietas con precaución, ya que algunas pueden ser restrictivas, desequilibradas nutricionalmente y potencialmente perjudiciales para la salud a largo plazo. Entre ellas, existen dos populares que se centran en dos modalidades de alimentos muy consumidos en esta temporada como la de la sandía y el helado. Aunque estas dietas pueden parecer atractivas debido a su naturaleza refrescante y apetecible en climas cálidos, no son sostenibles ni saludables cuando se siguen de manera extrema y prolongada ya que pueden causar desequilibrios nutricionales. Te contamos en qué consisten y cuáles son sus riesgos.
Con la llegada del verano, la sandía sandíase convierte en un aliado clave para hacer frente a las altas temperaturas y prevenir la deshidratación. Sus propiedades nutricionales, ricas en agua y fibra, la convierten en una opción deliciosa y popular para incluirla en las dietas durante esta temporada.
La "dieta de la sandía" es un plan de alimentación que tiene una duración de 5 días y se limita a consumir alrededor de 1200 calorías diarias. Se promete una pérdida de hasta 2 kilos por semana siguiendo este régimen. En esta dieta, dos de las cinco comidas diarias (media mañana y merienda) se basan exclusivamente en el consumo de sandía. Además, la sandía también está incluida en el desayuno, y se permite comer más cantidad de la indicada en el menú, aunque no más veces a lo largo del día de lo que se especifica en el plan.
Sin embargo, la dieta basada únicamente en sandía es extremadamente restrictiva y carece de variedad de nutrientes esenciales para una alimentación equilibrada. Aunque la sandía es una fruta refrescante y baja en calorías, no proporciona todas las proteínas, grasas, vitaminas y minerales necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo. Así, los riesgos pueden conducir a:
La dieta del helado es un régimen hipocalórico que proporciona alrededor de 1,200 a 1,300 calorías diarias. Aprovecha el calor del verano, cuando el deseo de cocinar disminuye, especialmente durante las horas centrales del día, sustituyendo comidas con helado.
Los componentes principales del helado son leche, nata, yema de huevo y azúcar, a los cuales se agregan frutas y aromas para obtener diferentes sabores. Esto resulta en un alimento rico en calcio, vitaminas A y D, fósforo y hierro, proporcionando una explosión de nutrientes para el cuerpo.
En términos nutricionales, el helado puede ser beneficioso siempre y cuando se elija una materia prima de calidad, especialmente aquellos elaborados artesanalmente. Sus propiedades de fácil digestión y óptima calidad nutricional permiten incorporarlo tanto en la alimentación cotidiana como en dietas de adelgazamiento.
En valores aproximados, el valor nutricional del helado incluye alrededor del 4.5% de proteínas, un 12% de grasas y un 20% de azúcares. Además, su efecto termogénico puede ayudar a compensar en cierta medida su aporte calórico. Sin embargo, la dieta del helado implica consumir principalmente helado y limitar otros grupos de alimentos, es extremadamente alta en azúcar y grasas saturadas. El helado es un postre indulgente, pero no es adecuado para proporcionar una nutrición completa y saludable. Su consumo excesivo puede llevar a un aumento de peso no deseado, problemas de salud relacionados con una dieta alta en azúcares y grasas, y un mayor riesgo de enfermedades crónicas a largo plazo.
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