Silvia Severino, psicóloga: "Algunas personas te sostienen solo para no perder el control que tienen sobre ti"

La confianza de dos personas se basan en tres componentes; desde la credibilidad hasta la consistencia y la benevolencia según la psicología

Un nuevo estudio de la Universidad de Luxemburgo trató a ChatGPT, Grok y Gemini como pacientes psiquiátricos y este fue el resultado

Personas abrazándose
Personas abrazándose / Freepik

La confianza en la amistad constituye uno de los pilares más profundos y significativos de las relaciones humanas. Es un vínculo que se construye lentamente, a través de experiencias compartidas, coherencia entre palabras y acciones, y la capacidad de mostrarnos vulnerables sin sentir miedo al juicio. La amistad auténtica es un espacio seguro donde el apoyo, la sinceridad y el respeto mutuo permiten que ambas personas crezcan. Sin embargo, la psicología también nos recuerda que, así como existen lazos saludables, existen dinámicas que pueden volverse dañinas cuando la confianza se ve amenazada por comportamientos desgastantes, manipuladores o traicioneros.

La confianza, según diversas teorías psicológicas, se basa en tres componentes: credibilidad, consistencia y benevolencia. La credibilidad implica creer en la sinceridad del otro; la consistencia se refiere a que sus conductas sean predecibles y estables; la benevolencia indica la convicción de que la otra persona desea nuestro bienestar. Cuando alguno de estos componentes falla, la relación comienza a mostrar señales de desgaste. A lo largo de la vida, las personas atraviesan momentos de transformación, estrés o crisis, y es en esas etapas donde algunas amistades se fortalecen y otras se revelan como fuentes de frustración o incluso dolor emocional.

Dentro de las dinámicas dañinas descritas por la psicología, destaca el fenómeno de las amistades parasitarias o vampiros emocionales, un término popularizado por autores como Albert J. Bernstein. Estas personas tienden a aprovecharse del tiempo, la energía o los recursos emocionales de los demás. El desgaste se manifiesta a través de demandas excesivas, actitudes negativas constantes, falta de reciprocidad o manipulación emocional. Aunque no siempre existe una intención consciente de dañar, la consecuencia es que la confianza del otro se erosiona lentamente.

Otra amenaza frecuente en la amistad es la traición, ya sea en forma de difusión de secretos, deslealtad, mentiras, abandono en momentos críticos o comportamientos que contradicen la confianza previamente otorgada. La traición puede provocar un impacto profundo en la autoestima y en la capacidad de confiar en futuras relaciones. Según la psicología, la traición suele darse en contextos donde la comunicación ha fallado o donde existen celos, inseguridades o intereses personales ocultos.

Para prevenir estas experiencias sin caer en la paranoia o el aislamiento afectivo, la psicología propone desarrollar una combinación de habilidades y actitudes que permiten relacionarnos con apertura, pero también con claridad y límites. El primer paso es reconocer que la confianza no debe otorgarse de manera automática; es un proceso gradual que debe basarse en la observación de conductas coherentes a lo largo del tiempo. Es importante prestar atención a señales como la incapacidad de asumir errores, la tendencia a hablar mal de otros amigos, la manipulación emocional disfrazada de humor o la envidia recurrente. Aunque ninguna señal aislada es decisiva, el patrón conjunto sí puede ser revelador.

Otra estrategia fundamental es fortalecer la autoestima, porque las personas con una identidad sólida y un autoconcepto claro son menos vulnerables a mantener relaciones tóxicas. Una autoestima saludable permite reconocer cuándo una amistad aporta valor y cuándo empieza a ser una fuente de angustia. Además, favorece la capacidad de establecer límites, decir “no” sin culpa y alejarse cuando la relación deja de ser equilibrada.

Referencias bibliográficas:

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