La sonrisa también envejece: "Cuando no hay suficiente producción de saliva, los dientes y las encías se vuelven más vulnerables"
Con algunos tratamientos el objetivo es devolver volumen a dientes que han perdido estructura, mejorar el color y dar armonía a la sonrisa
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Una de las cosas que más nos preocupan es el envejecimiento. La sonrisa también deja huella en el paso del tiempo al igual que las arrugas, las canas y la pérdida de la elasticidad. Esto se refleja en unas encías retraídas que alargan los dientes, un esmalte que ha perdido brillo o un tono amarillento que apaga la expresión: todos ellos son signos del paso del tiempo en la boca.
El envejecimiento dental no ocurre de golpe, sino de forma lenta y silenciosa. Los dientes se van desgastando y perdiendo brillo, el esmalte deja de reflejar la luz como antes y el color se oscurece hasta adoptar un tono amarillento o grisáceo. A esto se suma la retracción de las encías, que hace que los dientes se vean más largos. Incluso el rostro se ve afectado: los dientes y las encías, debido al desgaste y la retracción, dejan de sostener los labios como antes, lo que provoca que la sonrisa se vea más estrecha, los labios más finos y la expresión más rígida.
“Son cambios progresivos, casi invisibles día a día. Muchas personas se miran al espejo y no saben explicar qué ha cambiado, pero sienten que su sonrisa ya no transmite frescura. Eso es, en realidad, el envejecimiento dental”, señala la doctora Laura Pérez.
Las consecuencias no se quedan en lo estético. Un esmalte debilitado incrementa la sensibilidad y unas encías retraídas dejan expuesta la raíz del diente, lo que favorece la aparición de molestias. Con el tiempo, el desgaste de los dientes también puede alterar la manera en que encajan al morder, generando sobrecargas y dolores en la mandíbula. “Por eso insistimos en que no es solo un problema de apariencia: una boca envejecida es también una boca más vulnerable”, advierte la especialista.
Soluciones para recuperar años en la sonrisa
El envejecimiento de la sonrisa no es irreversible. En los últimos años, la odontología ha evolucionado hacia tratamientos mucho más conservadores, capaces de devolver frescura sin necesidad de intervenciones agresivas ni resultados artificiales.
Los blanqueamientos permiten recuperar la luminosidad perdida, eliminando el tono amarillento provocado por la edad y los hábitos como tomar café a diario o el tabaco. “El objetivo no es conseguir un blanco irreal, sino devolver el brillo natural que se ha ido apagando”, explica la doctora.
Las carillas ultrafinas se han convertido en grandes aliadas para rejuvenecer la sonrisa. A diferencia de las tradicionales, no requieren tallar el diente en exceso y se adhieren como una fina lámina que corrige color, forma, tamaño y hasta pequeños espacios. “Con ellas no solo disimulamos desgastes: podemos devolver volumen a dientes que han perdido estructura, mejorar el color y dar armonía a la sonrisa sin alterar su esencia”, añade la odontóloga.
En caso de encías retraídas, las técnicas mínimamente invasivas actuales permiten devolver a la encía su aspecto original, cubriendo la raíz expuesta y logrando una sonrisa más equilibrada y joven.
Y cada vez más adultos recurren a la ortodoncia invisible, que no solo mejora la alineación dental de manera discreta, sino que también puede suavizar la expresión facial. “Unos dientes bien alineados aportan soporte a los labios, lo que rejuvenece el tercio inferior del rostro”, apunta la especialista.
“El objetivo no debe ser borrar el paso del tiempo, sino devolver vitalidad y que la sonrisa rejuvenezca de forma natural, respetando la esencia de cada persona. Una sonrisa cuidada puede rejuvenecer un rostro tanto como un buen tratamiento facial”, subraya la doctora Pérez.
Cómo prevenir el envejecimiento de una sonrisa
Cuidar la boca desde edades tempranas es el mejor antídoto contra el envejecimiento dental. “Una higiene adecuada, revisiones periódicas, evitar el tabaco y controlar hábitos como el exceso de café o vino tinto son la base para mantener la sonrisa joven durante más tiempo”, recomienda la odontóloga.
Un detalle que a menudo pasa desapercibido es la hidratación. “La sequedad bucal es un acelerador del envejecimiento dental: cuando no hay suficiente producción de saliva, los dientes y las encías se vuelven más vulnerables. Hay muchos factores que afectan al flujo salival, como el consumo de ciertos medicamentos (antihistamínicos, antidepresivos, ansiolíticos, relajantes musculares, diuréticos…). Beber agua con frecuencia es un gesto sencillo que protege tanto como un buen cosmético”, apunta.
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