Corpus 2023

Un Corpus atípico en Sevilla: al son de la lluvia y las castañuelas

Procesión del Corpus de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Sonido de lluvia y de castañuelas. Es la banda sonora de este jueves de Corpus en Sevilla. Una solemnidad huérfana de juncia y romero por las calles y de largas representaciones de hermandades. En un año muy seco, las precipitaciones han obligado a suspender la procesión. Una decisión tomada por el Cabildo Catedral la tarde del miércoles, cuando sólo se barajaban malos augurios meteorológicos, que se cumplen en una mañana en la que el consabido tópico brilla, paradójicamente, por su ausencia.

Un déjà vu. El Santísimo recorre las naves del templo metropolitano bajo palio (algunos seguimos sin entender por qué no se coloca en la Custodia de Arfe, que luce decorada para este día). La imagen recuerda a la vivida hace escasos años, cuando la pandemia del Covid privó a los sevillanos de cultos externos. Nada hacía presagiar que la estampa se volvería a contemplar cuando la supuesta normalidad regresara a nuestras vidas. Y menos por un elemento tan poco habitual por estas calendas: la lluvia. 

La escasez del líquido elemento ha protagonizado en esta primera mitad de 2023 numerosos titulares. Muchos de ellos alarmantes y alarmistas. Los pantanos se encuentran por debajo de la mitad de las reservas y ya son varios los cultivos que agonizan por la falta de lluvia. Tanto se ha pedido a Dios, a la Virgen y a los santos por la llegada de las precipitaciones -con procesiones históricas de rogativa en la provincia-, que las oraciones han dado su fruto. Lo hacen en una jornada muy especial, cuando Sevilla capital y varios municipios de la archidiócesis celebran la solemnidad del Corpus, en su fecha antigua. Y si se atiende al Evangelio del día, viene como anillo al dedo: "el pan caído del cielo". 

Lluvia en un año seco

Paradojas para las estadísticas históricas. En un año tremendamente seco, la lluvia impide la procesión habitual con el Santísimo que organiza el Cabildo Catedral. La decisión se tomó la tarde de la víspera -con un centro abarrotado de público para ver los exornos y deleitarse con los conciertos en una Plaza de San Francisco sin la Virgen de la Hiniesta-, cuando sólo se tenían malas previsiones. Los porcentajes de riesgo eran muy altos. Cifras que se han cumplido. A la hora en la que empieza el pontifical (renombrado como misa estacional) llueve en la ciudad. Lo lleva haciendo desde la madrugada. Es un agua constante, de la que cala hondo. La que tanto se extrañaba.

La Avenida ofrece una imagen insólita para este día. Suelo mojado. Sin juncia ni romero. Miembros de hermandades portando, bajo el paraguas, varas y estandartes con fundas. El altar instalado por la Hermandad de Valme (Dos Hermanas) está medio desmontado. Sólo queda parte de su estructura, resguardada bajo un plástico. Son las postrimerías de una víspera que sí pudo gozarse. In ictu oculi. En la Puerta del Bautismo hay cola de personas esperando para asistir a la misa. Los accesos se abren pasadas las 7:30. Hace más de una hora que ha amanecido, aunque el sol está oculto. Muy lejos del tópico brillo.

En ese momento, algunas cafeterías del entorno catedralicio ya se encuentran funcionando. Registran media entrada de público. La mayoría de los clientes son quienes participan en la misa. Trajes y chaqués se suceden, juntos a los vestidos negros de las mujeres. La indumentaria propia de una jornada en la que no hará falta el abanico. Este jueves no hay que preocuparse por si el termómetro supera los 35 grados.

Una Catedral llena de fieles

La Catedral empieza a llenarse. Se ocupan todos los asientos. Se escucha el sonido de la lluvia. Los representantes de las hermandades están citados en el Patio de los Naranjos, que dista mucho de ser el lugar con altísimo nivel de concurrencia de otros Corpus. Sólo asisten por cada corporación tres miembros, los que portan el estandarte y las varas que lo escoltan. Dibujan poco a poco el contorno del recorrido de la procesión claustral con el Santísimo, que discurrirá desde la capilla de San Francisco a la de las Doncellas, las que flanquean el Altar del Jubileo, donde tiene lugar ahora el oficio religioso. 

La misa -que comienza a las 8:30- la preside el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz. Lo acompañan los dos nuevos obispos auxiliares, Teodoro León y Ramón Valdivia. Hora y cuarto después llega uno de los momentos más tradicionales de la jornada eucarística: el baile de los seises ante el Santísimo, con su indumentaria roja sacramental y su repique característico de castañuelas, que parecen cogerle el compás al soniquete de la lluvia. 

Una danza de siglos para un Corpus histórico, que tiene su final en la procesión con la que concluye el oficio religioso. Dura media hora. Se inicia a las 10:10, una vez que el alcalde (en funciones), Antonio Muñoz, cumple con el rito de entregarle el doblón a los niños seises. 

Procesión del Corpus en la Catedral de Sevilla Procesión del Corpus en la Catedral de Sevilla

Procesión del Corpus en la Catedral de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

La procesión claustral

Los niños carráncanos, arrodillados ante el Santísimo antes de empezar la procesión claustral. Los niños carráncanos, arrodillados ante el Santísimo antes de empezar la procesión claustral.

Los niños carráncanos, arrodillados ante el Santísimo antes de empezar la procesión claustral. / Juan Carlos Vázquez

El cortejo, obviamente, es mucho más reducido que cuando sale a la calle. Se hace bastante soportable a pie parado. Arranca con los niños carráncanos para continuar con el pendón de San Fernando, órdenes religiosas, clero, Cabildo Catedral y el Santísimo, portado por el arzobispo y bajo palio bordado, de la Sacramental del Sagrario. Lo llevan, a partes iguales, hermanos de esta corporación y miembros del Consejo de Cofradías, entre ellos, su presidente, Francisco Vélez. 

Detrás se sitúan, bajo mazas, la representación de la Diputación Provincial (con seis miembros) y la del Ayuntamiento (con 18). Es la última asistencia a un acto religioso de la actual corporación local, antes de su relevo el sábado 17 de junio.

La procesión tarda en pasar 10 minutos. Esta vez no hay tiempo de saludar a los integrantes con la decorosa inclinación de cabeza. Nada que ver con las más de dos horas de duración cuando se desarrolla en circunstancias normales. El sonido del órgano catedralicio y la lectura de versículos acompañan el discurrir. Se hace estación en la Capilla de la Natividad (junto a la Puerta de San Miguel) y en la Capilla Real, donde se venera a la Virgen de los Reyes y San Fernando. La representación de las hermandades, a lo largo del perímetro del recorrido, llega prácticamente hasta la puerta de acceso al Patio de los Naranjos.

Bendición y reserva

Antes de las 10:45 el Santísimo se coloca de nuevo en el Altar del Jubileo para la bendición y reserva. Muchos de los asistentes aprovechan luego para contemplar los pasos de la procesión, que no han podido salir a la calle y que están desde la tarde de ayer miércoles con las flores colocadas.

Concluye, así, un jueves de Corpus atípico en Sevilla. Con su tradicional eco de castañuelas. Y marcado por la lluvia en un año seco. El pan que ha caído del cielo.

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